Lágrimas o sangre
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La lluvia caía incesante sobre los árboles del bosque. Tan solo una persona se había aventurado a adentrarse en su espesura aun bajo la tormenta: una chica, una jovencita adolescente sentada junto a uno de los troncos. Sabía que aquello era peligroso si caía un rayo, pero, ¿qué le importaba? A fin de cuentas había llegado hasta allí consumida por el dolor; la muerte supondría un alivio a sus penas. Lloraba arrastrada por sus emociones, con los brazos abrazando sus rodillas y la cabeza entre éstas, ocultándose del mundo. Pero no podía huir tan fácilmente de los recuerdos que la acechaban.
Ella era bastante bonita, de apariencia delicada y rasgos finos, pero en aquel momento nadie podría apreciar su verdadera belleza. Tenía la piel pálida por el frío, los ojos ya enrojecidos y el cabello enmarañado y sucio, que no se parecía para nada a su melena sedosa original; vestía un sencillo vestido blanco que en ese entonces era más similar a un trapo andrajoso que a una prenda decente. Pero, ¿qué le importaba? A fin de cuentas su aspecto físico sólo le había servido para que los demás la consideraran una niña, incluido él.
Sí, había un ''él'', y el simple pensar en que existía le propinaba otra punzada de tristeza en el pecho. Ojalá él no hubiera aparecido jamás, ojalá no se hubieran hecho amigos, ojalá no se hubiera enamorado. Porque el día en que con una sonrisa le había confesado que le amaba, él la había rechazado, partiendo ese corazón que llevaba ya muchos años consumido por un sentimiento no correspondido.
Y quizá, si todo hubiera terminado allí, lo hubiera asimilado. Pero por desgracia, después de aquello todos la señalaban como ''la chica enamorada'', y se reían de ella. Ellos aprovechaban la mínima oportunidad para burlarse, y ellas no eran menos cuchicheando cada vez que la veían pasear sin compañía. Incluso sus padres la llamaban tonta por echar a perder su única amistad, asegurándole que nunca tendría una posibilidad igual. Y ella sólo podía salir corriendo y ocultarse de su tormento, como hacía en aquella ocasión. Pero su propia mente no cesaba de agobiarla con destellos de lo que fue y pudo haber sido, lo que no colaboraba a su recuperación.
Creía que se iba a volver loca si no lo había hecho ya, por eso buscó desesperadamente una distracción que la alejara de sus males. Halló una pequeña rama tirada sobre la hierba, y con una piedra comenzó a afilarla. Se concentró totalmente en su tarea, sin inmutarse por el estruendo del agua ni los rugidos de los truenos. Sólo ese trozo de madera.
Cuando al fin terminó, la lluvia había amainado en esa zona y las nubes ya comenzaban a disiparse. Quiso comprobar si realmente había afilado bien la ramita, por lo que la acercó a uno de sus dedos y se abrió una pequeña herida. La diminuta gota de sangre se deslizó por su mano. Ella sonrió, por primera vez en mucho tiempo, al contemplar su obra, encantada con el resultado. Pero enseguida se borró su sonrisa, porque ese instante de debilidad fue aprovechado por las imágenes que tanto anhelaba que desaparecieran. Tenía que pensar en algo que la salvara de su agonía, que la distrayera.
Casi inconscientemente, dirigió la rama hacia su muñeca y hundió en ella su extremo puntiagudo, arrancándose un grito ahogado. Su tortura se detuvo ante otro tipo de suplicio que merecía más su atención. De forma brusca retiró el arma de su mano, provocándose un corte no muy largo pero profundo. Paralelamente a la sangre que iba perdiendo, también se debilitaban sus fuerzas. Contemplando todavía sorprendida su brazo tembloroso, sintió repentinamente el martirio que suponían sus sentimientos. Apretó los dientes intentando ignorar, pero no pudo.
La segunda vez rajó su tobillo, y como antes, el tajo sangrante desvió su abstracción hasta salvarla de aquel acoso psicológico, pero a cambio produciéndole un intenso dolor físico. Se notaba progresivamente más y más confusa, con ganas de levantarse y escapar. Para contrarrestar su deseo, se cortó en la otra pierna. Si pretendía ponerse en pie y caminar, el malestar se lo impediría.
Mientras, ese líquido rojo por el que se le distanciaba la vida iba poco a poco empapando la tierra. A aquellas alturas, sin darse cuenta ya había tomado una decisión, tal vez la única que jamás podría remediar. ¿Qué le importaba? A fin de cuentas estaba claro que de alguna manera había llegado allí para morir.
Ya no sintió nada cuando rasgó su muñeca derecha, y antes de meditarlo siquiera, con la poca energía que le restaba trazó una última herida profunda en su cuello.
Considerando toda la sangre perdida, no tardó mucho en desvanecerse, rumbo a los brazos de la oscuridad.
Al día siguiente encontraron su cadáver, pero nadie hizo comentarios. Algunos sostienen que la madre derramó algunas lágrimas, pero esa fue la exclusiva muestra de afecto. A fin de cuentas, ¿qué les importaba? Sólo era una persona más, alguien cobarde que se entregó al vacío.
También cuentan sobre numerosas apariciones de su espíritu, pero no tiene importancia, porque ninguno cree en cuentos de fantasmas... ¿verdad?
Ella era bastante bonita, de apariencia delicada y rasgos finos, pero en aquel momento nadie podría apreciar su verdadera belleza. Tenía la piel pálida por el frío, los ojos ya enrojecidos y el cabello enmarañado y sucio, que no se parecía para nada a su melena sedosa original; vestía un sencillo vestido blanco que en ese entonces era más similar a un trapo andrajoso que a una prenda decente. Pero, ¿qué le importaba? A fin de cuentas su aspecto físico sólo le había servido para que los demás la consideraran una niña, incluido él.
Sí, había un ''él'', y el simple pensar en que existía le propinaba otra punzada de tristeza en el pecho. Ojalá él no hubiera aparecido jamás, ojalá no se hubieran hecho amigos, ojalá no se hubiera enamorado. Porque el día en que con una sonrisa le había confesado que le amaba, él la había rechazado, partiendo ese corazón que llevaba ya muchos años consumido por un sentimiento no correspondido.
Y quizá, si todo hubiera terminado allí, lo hubiera asimilado. Pero por desgracia, después de aquello todos la señalaban como ''la chica enamorada'', y se reían de ella. Ellos aprovechaban la mínima oportunidad para burlarse, y ellas no eran menos cuchicheando cada vez que la veían pasear sin compañía. Incluso sus padres la llamaban tonta por echar a perder su única amistad, asegurándole que nunca tendría una posibilidad igual. Y ella sólo podía salir corriendo y ocultarse de su tormento, como hacía en aquella ocasión. Pero su propia mente no cesaba de agobiarla con destellos de lo que fue y pudo haber sido, lo que no colaboraba a su recuperación.
Creía que se iba a volver loca si no lo había hecho ya, por eso buscó desesperadamente una distracción que la alejara de sus males. Halló una pequeña rama tirada sobre la hierba, y con una piedra comenzó a afilarla. Se concentró totalmente en su tarea, sin inmutarse por el estruendo del agua ni los rugidos de los truenos. Sólo ese trozo de madera.
Cuando al fin terminó, la lluvia había amainado en esa zona y las nubes ya comenzaban a disiparse. Quiso comprobar si realmente había afilado bien la ramita, por lo que la acercó a uno de sus dedos y se abrió una pequeña herida. La diminuta gota de sangre se deslizó por su mano. Ella sonrió, por primera vez en mucho tiempo, al contemplar su obra, encantada con el resultado. Pero enseguida se borró su sonrisa, porque ese instante de debilidad fue aprovechado por las imágenes que tanto anhelaba que desaparecieran. Tenía que pensar en algo que la salvara de su agonía, que la distrayera.
Casi inconscientemente, dirigió la rama hacia su muñeca y hundió en ella su extremo puntiagudo, arrancándose un grito ahogado. Su tortura se detuvo ante otro tipo de suplicio que merecía más su atención. De forma brusca retiró el arma de su mano, provocándose un corte no muy largo pero profundo. Paralelamente a la sangre que iba perdiendo, también se debilitaban sus fuerzas. Contemplando todavía sorprendida su brazo tembloroso, sintió repentinamente el martirio que suponían sus sentimientos. Apretó los dientes intentando ignorar, pero no pudo.
La segunda vez rajó su tobillo, y como antes, el tajo sangrante desvió su abstracción hasta salvarla de aquel acoso psicológico, pero a cambio produciéndole un intenso dolor físico. Se notaba progresivamente más y más confusa, con ganas de levantarse y escapar. Para contrarrestar su deseo, se cortó en la otra pierna. Si pretendía ponerse en pie y caminar, el malestar se lo impediría.
Mientras, ese líquido rojo por el que se le distanciaba la vida iba poco a poco empapando la tierra. A aquellas alturas, sin darse cuenta ya había tomado una decisión, tal vez la única que jamás podría remediar. ¿Qué le importaba? A fin de cuentas estaba claro que de alguna manera había llegado allí para morir.
Ya no sintió nada cuando rasgó su muñeca derecha, y antes de meditarlo siquiera, con la poca energía que le restaba trazó una última herida profunda en su cuello.
Considerando toda la sangre perdida, no tardó mucho en desvanecerse, rumbo a los brazos de la oscuridad.
Al día siguiente encontraron su cadáver, pero nadie hizo comentarios. Algunos sostienen que la madre derramó algunas lágrimas, pero esa fue la exclusiva muestra de afecto. A fin de cuentas, ¿qué les importaba? Sólo era una persona más, alguien cobarde que se entregó al vacío.
También cuentan sobre numerosas apariciones de su espíritu, pero no tiene importancia, porque ninguno cree en cuentos de fantasmas... ¿verdad?
Vida o muerte.
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Y así una historia acaba... y otra nueva empieza... y sabia que a la suya le quedaba muy poco.
Estaba atrapado entre las fauces de la bestia y ya no podía hacer nada. Toda resistencia era inútil.
Tantos años en los que había sido fuerte y poderoso habían pasado. Ahora era una criatura vieja , anciana.
Ya no tenia nada por lo que luchar.
Recordó cuando simplemente era un gazapo. Sin preocupaciones , sin problemas. Todos los días estaba protegido
gracias a su madre que le alimentaba y cuidaba de vez en cuando, junto a sus hermanos. Pero pronto las cosas cambiaron...
Salir al mundo exterior fuera de la madriguera era duro. Ahora podía comer de la hierva fresca. Pero eso significaba
enfrentarse a nuevos desafíos. Los zorros eran una amenaza constante y había que andarse con ojo.
También recordó cuando conoció a su pareja. Recordó lo feliz que había sido cuidando a sus crías y viéndolas
crecer.
Pero todo tenia un fin y había llegado aquella misma mañana. La carrera en zig-zag no le sirvió de mucho , pues
ya era un animal viejo. El zorro no tardó en atraparle. Así era la vida. Algunos tenían que morir mas tarde o mas
temprano. Sin embargo murió feliz. Había disfrutado la vida. Había tenido descendencia , la cual había crecido y madurado feliz. Derramó una lagrima , antes de cerrar los ojos por ultima vez.
Estaba atrapado entre las fauces de la bestia y ya no podía hacer nada. Toda resistencia era inútil.
Tantos años en los que había sido fuerte y poderoso habían pasado. Ahora era una criatura vieja , anciana.
Ya no tenia nada por lo que luchar.
Recordó cuando simplemente era un gazapo. Sin preocupaciones , sin problemas. Todos los días estaba protegido
gracias a su madre que le alimentaba y cuidaba de vez en cuando, junto a sus hermanos. Pero pronto las cosas cambiaron...
Salir al mundo exterior fuera de la madriguera era duro. Ahora podía comer de la hierva fresca. Pero eso significaba
enfrentarse a nuevos desafíos. Los zorros eran una amenaza constante y había que andarse con ojo.
También recordó cuando conoció a su pareja. Recordó lo feliz que había sido cuidando a sus crías y viéndolas
crecer.
Pero todo tenia un fin y había llegado aquella misma mañana. La carrera en zig-zag no le sirvió de mucho , pues
ya era un animal viejo. El zorro no tardó en atraparle. Así era la vida. Algunos tenían que morir mas tarde o mas
temprano. Sin embargo murió feliz. Había disfrutado la vida. Había tenido descendencia , la cual había crecido y madurado feliz. Derramó una lagrima , antes de cerrar los ojos por ultima vez.
Cul de Rata (Culo de Rata)
Original en català:
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L’Orgat era una criatura menuda d’una espècie molt poc comuna; però aquest detall no es gaire determinant en aquesta historia. L’animal no faria més de trenta centímetres alçat sobre dues potes; era d’un color beix molt clar amb una clapa negra al cap; l’aparença global no era gaire diferent a la d’un conillet d’índies esvelt amb cara agraciada.
La seva vida li anava bé, no era gaire sociable, però a ell no li importava, l’animal es tractava amb la resta de la població del bosc o si més no de la part d’aquesta que coneixia. Tot estava al seu lloc fins que va arribar al bosc ell; la població quan ja se’n va anar el van conèixer com a Cul de Rata, però durant la seva estància el coneixien com a La Bèstia.
Era un rosegador gris de dimensions extraordinàries, si s’hagués aixecat sobre les seves extremitats inferiors hauria arribat a fer gaire un metre, però era massa gras per aixecar-se sobre aquelles extremitats. La seva cara era repulsiva, i el seu cos deformat. A més, era mal educat i, al contrari que l’Orgat, era molt sociable.
Amb seva arribada al bosc, es van escampar tot tipus de rumors sobre la seva persona, que si era molt bo jugant a Poxbol (l’esport que practicaven al bosc), que si tenia contactes interesants...
Aquella gran expectació causada per rumors de font desconeguda van fer que quan l’animal es va deixar veure, els animals s’hi acostessin per conèixer-lo i per descobrir si el que es deia sobre ell era cert. Ràpidament es va crear un nou grup al voltant de La Bèstia, només uns pocs recelaven, i només en coneixia la seva vertadera identitat un grup encara més reduït d’animals.
L’Orgat va veure com poc a poc en Cul de Rata s’anava fent amb les seves amistats amb l’ús de males arts: temes de conversació inadequats, crítica als que no s’apinyaven al seu voltant... Ben aviat va ser el torn de l’animaló, a diferència d’altres, en lloc de sucumbir a la pressió que exercia el grup, va mantenir-se ferm a un preu massa car; les seves amistats ja no l’hi parlaven, en comparació amb en Bart el Borni (aquest era el seu vertader nom) ell no era prou interessant, i es va quedar sol gracies a la Bèstia. Ell intentava fer veure als altres com era aquell maleït animal, i normalment li donaven la raó, però seguien anant amb el nouvingut.
Finalment, va arribar el moment, feia dies que en Cul de Rata ruixava per la nit a en Orgat amb l’extracte de la planta Philopetra, que com tot animal sap, petrifica temporalment. Finalment, una nit va quedar totalment paralitzat, i el pobre animal, en despertar, va veure com la mala bèstia l’enterrava en una caixa sota terra. Dos mesos en Cul de Rata més tard va desaparèixer del bosc.
La víctima, avui en dia segueix viva allà sota, alimentada per una menja que apareix misteriosament a la seva boca cada dia a les vuit del matí. La resta dels animals, però, encara no l’han trobat, i els pocs que l’han sentit com crida des del seu taüt per ser salvat, ja els hi anava bé en la ignorància i s’hi van quedar.
La seva vida li anava bé, no era gaire sociable, però a ell no li importava, l’animal es tractava amb la resta de la població del bosc o si més no de la part d’aquesta que coneixia. Tot estava al seu lloc fins que va arribar al bosc ell; la població quan ja se’n va anar el van conèixer com a Cul de Rata, però durant la seva estància el coneixien com a La Bèstia.
Era un rosegador gris de dimensions extraordinàries, si s’hagués aixecat sobre les seves extremitats inferiors hauria arribat a fer gaire un metre, però era massa gras per aixecar-se sobre aquelles extremitats. La seva cara era repulsiva, i el seu cos deformat. A més, era mal educat i, al contrari que l’Orgat, era molt sociable.
Amb seva arribada al bosc, es van escampar tot tipus de rumors sobre la seva persona, que si era molt bo jugant a Poxbol (l’esport que practicaven al bosc), que si tenia contactes interesants...
Aquella gran expectació causada per rumors de font desconeguda van fer que quan l’animal es va deixar veure, els animals s’hi acostessin per conèixer-lo i per descobrir si el que es deia sobre ell era cert. Ràpidament es va crear un nou grup al voltant de La Bèstia, només uns pocs recelaven, i només en coneixia la seva vertadera identitat un grup encara més reduït d’animals.
L’Orgat va veure com poc a poc en Cul de Rata s’anava fent amb les seves amistats amb l’ús de males arts: temes de conversació inadequats, crítica als que no s’apinyaven al seu voltant... Ben aviat va ser el torn de l’animaló, a diferència d’altres, en lloc de sucumbir a la pressió que exercia el grup, va mantenir-se ferm a un preu massa car; les seves amistats ja no l’hi parlaven, en comparació amb en Bart el Borni (aquest era el seu vertader nom) ell no era prou interessant, i es va quedar sol gracies a la Bèstia. Ell intentava fer veure als altres com era aquell maleït animal, i normalment li donaven la raó, però seguien anant amb el nouvingut.
Finalment, va arribar el moment, feia dies que en Cul de Rata ruixava per la nit a en Orgat amb l’extracte de la planta Philopetra, que com tot animal sap, petrifica temporalment. Finalment, una nit va quedar totalment paralitzat, i el pobre animal, en despertar, va veure com la mala bèstia l’enterrava en una caixa sota terra. Dos mesos en Cul de Rata més tard va desaparèixer del bosc.
La víctima, avui en dia segueix viva allà sota, alimentada per una menja que apareix misteriosament a la seva boca cada dia a les vuit del matí. La resta dels animals, però, encara no l’han trobat, i els pocs que l’han sentit com crida des del seu taüt per ser salvat, ja els hi anava bé en la ignorància i s’hi van quedar.
Traducido (con Translate Google y editado):
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Orgat era una criatura pequeña de una especie muy poco común, pero este detalle no es muy determinante en esta historia. El animal no haría más de treinta centímetros erguido sobre dos patas, era de un color beige muy claro con una mancha negra en la cabeza; la apariencia global no era muy diferente a la de un conejillo de indias esbelto con cara agraciada .
Su vida le iba bien, no era muy sociable, pero a él no le importaba, el animal se trataba con el resto de la población del bosque o cuando menos de la parte de la misma que conocía. Todo estaba en su puesto hasta que llegó al bosque él; la población cuando ya se fue lo conocieron como Cul de Rata, pero durante su estancia lo conocían como La Bestia.
Era un roedor gris de dimensiones extraordinarias, si se hubiera levantado sobre sus extremidades inferiores habría llegado a hacer casi un metro, pero era demasiado gordo para levantarse sobre aquellas extremidades. Su cara era repulsiva, y su cuerpo deformado. Además, era maleducado y, al contrario que Orgat, era muy sociable.
Con su llegada al bosque, se esparcieron todo tipo de rumores sobre su persona, que si era muy bueno jugando a Poxbol (el deporte que practicaban en el bosque), que si tenía contactos interesantes ...
Aquella gran expectación causada por rumores de fuente desconocida hicieron que cuando el animal se dejó ver, los animales se acercaran para conocerlo y para descubrir si lo que se decía sobre él era cierto. Rápidamente se creó un nuevo grupo en torno a La Bestia, sólo unos pocos recelaban, y sólo conocía su verdadera identidad un grupo aún más reducido de animales.
Orgat vio como poco a poco en Cul de Rata iba haciendo con sus amistades con el uso de malas artes: temas de conversación inadecuados, crítica a los que no se apiñaban a su alrededor ... Pronto fue el turno del animalito, a diferencia de otros, en lugar de sucumbir a la presión que ejercía el grupo, se mantuvo firme a un precio demasiado caro; sus amistades ya no se lo hablaban, en comparación con Bart el Tuerto (este era su verdadero nombre) él no era lo suficientemente interesante, y se quedó solo gracias a la Bestia. Él intentaba hacer ver a los demás cómo era aquel maldito animal, y normalmente le daban la razón, pero seguían yendo con el recién llegado.
Finalmente, llegó el momento, hacía días que en Cul de Rata rociaba por la noche en en Orgat con el extracto de la planta Philopetra, que como todo animal sabe, petrifica temporalmente. Finalmente, una noche quedó totalmente paralizado, y el pobre animal, al despertar, vio como la mala bestia del enterraba en una caja bajo tierra. Dos meses en Cul de Rata más tarde desapareció del bosque.
La víctima, hoy en día sigue viva allí abajo, alimentada por un manjar que aparece misteriosamente en su boca cada día a las ocho de la mañana. El resto de los animales, sin embargo, aún no lo han encontrado, y los pocos que lo han oído como grita desde su ataúd para ser salvado, ya les iba bien en la ignorancia y se quedaron.
Su vida le iba bien, no era muy sociable, pero a él no le importaba, el animal se trataba con el resto de la población del bosque o cuando menos de la parte de la misma que conocía. Todo estaba en su puesto hasta que llegó al bosque él; la población cuando ya se fue lo conocieron como Cul de Rata, pero durante su estancia lo conocían como La Bestia.
Era un roedor gris de dimensiones extraordinarias, si se hubiera levantado sobre sus extremidades inferiores habría llegado a hacer casi un metro, pero era demasiado gordo para levantarse sobre aquellas extremidades. Su cara era repulsiva, y su cuerpo deformado. Además, era maleducado y, al contrario que Orgat, era muy sociable.
Con su llegada al bosque, se esparcieron todo tipo de rumores sobre su persona, que si era muy bueno jugando a Poxbol (el deporte que practicaban en el bosque), que si tenía contactos interesantes ...
Aquella gran expectación causada por rumores de fuente desconocida hicieron que cuando el animal se dejó ver, los animales se acercaran para conocerlo y para descubrir si lo que se decía sobre él era cierto. Rápidamente se creó un nuevo grupo en torno a La Bestia, sólo unos pocos recelaban, y sólo conocía su verdadera identidad un grupo aún más reducido de animales.
Orgat vio como poco a poco en Cul de Rata iba haciendo con sus amistades con el uso de malas artes: temas de conversación inadecuados, crítica a los que no se apiñaban a su alrededor ... Pronto fue el turno del animalito, a diferencia de otros, en lugar de sucumbir a la presión que ejercía el grupo, se mantuvo firme a un precio demasiado caro; sus amistades ya no se lo hablaban, en comparación con Bart el Tuerto (este era su verdadero nombre) él no era lo suficientemente interesante, y se quedó solo gracias a la Bestia. Él intentaba hacer ver a los demás cómo era aquel maldito animal, y normalmente le daban la razón, pero seguían yendo con el recién llegado.
Finalmente, llegó el momento, hacía días que en Cul de Rata rociaba por la noche en en Orgat con el extracto de la planta Philopetra, que como todo animal sabe, petrifica temporalmente. Finalmente, una noche quedó totalmente paralizado, y el pobre animal, al despertar, vio como la mala bestia del enterraba en una caja bajo tierra. Dos meses en Cul de Rata más tarde desapareció del bosque.
La víctima, hoy en día sigue viva allí abajo, alimentada por un manjar que aparece misteriosamente en su boca cada día a las ocho de la mañana. El resto de los animales, sin embargo, aún no lo han encontrado, y los pocos que lo han oído como grita desde su ataúd para ser salvado, ya les iba bien en la ignorancia y se quedaron.
La votación será pública con el requisito de un mínimo de 50 post para evitar tongo, los participantes no podrán votar o al menos no a si mismos. La votación se cerrará en diez días.