Antes voy a hacer un par de aclaraciones:
1- Van a notar que no escribo en castellano de Argentina... no pregunten por qué, simplemente se me da escribir como hablan en México... supongo que porque acá las traducciones de los libros y de los programas se hacen en México.
2- Omití mis "enies" y puse "eñes" en su lugar, ya que varias personas se quejaron de mi forma de escribir y para que les guste más al leerlo, bueno, eso lo cambié.
3- Cualquier similitud entre los personajes con la realidad es pura coincidencia.
Espero que les guste !! =)
1-
El día que comencé a relacionarme con esos extraños animales llamados Pokémon fue el mismo día en el que comencé a sentir cariño por mi vecino.
No demasiado, claro... siempre fue un niño odioso.
Bueno, en ese momento no era exactamente un niño, pero seguía siendo odioso.
Una mañana yo estaba sentada en el comedor, con mi madre, desayunando, con el televisor encendido, viendo un programa del Profesor Oak sobre los pokémons tipo agua, cuando mi padre llamó por teléfono.
Atendió mi madre:
- Sí ? Ah, hola, Arthur... Jocelyn ? Sí, ya te la paso..- me pasó el tubo del teléfono, susurrándome "está de mal humor".
- Hola ?
- Joss ?
- Sí, soy yo... qué pasa ?
- Nada pasa, solamente quería saber cómo estabas...
- Pues estoy bien, ya me oyes- le respondí con fastidio.
Es que mi padre puede ser muy pesado, saben ?
- Bueno, si necesitas algo, ya sabes... llámame... o ven para acá...
- No iría hasta Ciudad Portual ni aunque me dejaras comenzar con mi entramiento Pokémon...
- Jocelyn, ya hablamos este tema... sabes que eres muy joven para cazar Pokémons
-¡Tengo 15 años, papá!
- Sí, pero..
- Voy a cortar, papá.
Y le corté.
Es tan odioso.
- Mamá, me voy... si vuelve a llamar, dile que no estoy- y salí de la casa.
Afuera brillaba el sol y el día estaba muy bello en el Villa Raíz.
Ojeé la casa de al lado, donde vivía mi molesto vecino, y vi que salía, con una mochila a los hombros.
Vi que se alejaba del pueblo e iba hacia el bosque.
- Qué te traes entre manos, Nadder ?- me pregunté en voz baja, y me dispuse a seguirlo.
Caminó un largo trecho, sin notar que yo iba pisándole los talones y ocultándome detrás de un árbol cada vez que miraba sobre su hombro.
En un momento, ambos nos paramos en seco.
Acabámamos de escuchar un suave gemido.
Vi que Nadder miraba hacia ambos lados y volví a ocultarme.
De pronto salió corriendo hacia el bosque y yo lo seguí.
Lo tenía muy cerca, pero en cierto momento tropecé y caí de bruces, y en ese momento lo perdí.
Me levanté y seguí mi carrera y de golpe, salió alguien de detrás de un árbol de la derecha y me tumbó al suelo.
-¡Oye, ¿Qué haces?!- grité enojada, sin ver a la persona que me aplastaba contra el suelo.
- La pregunta es, ¿qué haces tú siguiéndome?
- Yo no te digo nada, solamente da la casualidad que justo estamos yendo por el mismo camino...- me di vuelta y él cayó al suelo. Se incorporó un poco, miró su ropa llena de tierra y luego dirigió su mirada hacia mi con odio.
-¡Mira lo que has hecho, estúpida!
-¡Mira tú!- le grité, estirando mi camiseta rosa para mostrarle que también estaba llena de barro.
Rió.
- Eso te pasa por usar esos colores tan ensuciables...
- Oye, ¿a ti qué te importa los colores que uso?
- Me importa porque mis ojos tienen que soportar verlos todos los santos días de mi...
- Shh- lo callé, poniéndome de pie y haciéndole una seña con la mano para que dejara de hablar-, creo que oí algo...
Hizo un ruido de hartazgo y se levantó, sacudiéndose.
- Sí, claro, así que ahora oyes fantas...
- Shh, cállate, Nadder...
Hicimos silencio.
Y escuchamos nuevamente un gemido como hace un rato.
-¡Vino de allá!- gritamos al mismo tiempo, señalando hacia un claro.
Corrimos, tratando de empujarnos.
-¡Hazte a un lado, Jocelyn, yo lo oí primero!
-¡Eso es mentira, Nadder!
Llegamos al mismo tiempo y vimos, al lado de un tronco tumbado, a un Pokémon. Era color castaño, con el pecho y la cola de color crema.
-¡Un Eevee!- exclamamos al mismo tiempo.
El Pokémon nos gruñó y nos enseñó sus pequeños dientes.
- Creo que está asustado- comenté.
Nadder me miró con sarcasmo.
- No, te parece nomás...
Lo miré con odio al tiempo que se agachaba y se acercaba el Pokémon, que retrocedió erizando la piel.
- Ven aquí- le dijo, tendiéndole la mano.
- Iiiiibiiii- dijo el pequeño animal, y acto seguido lanzó un tarascón hacia la mano de Nadder.
-¡AY!- gritó mi vecino, quitando la mano y poniéndose de pie. El Eevee se erizó todavía más y se puso en posición de ataque.
-Ibiii...
-¡Pokémon estúpido!
- Oye, no digas así...- le advertí yo.
- A ver, muéstrame tú cómo debo hacer, si eres tan inteligente- me dijo irónicamente, haciéndose a un lado.
Yo me agaché a su lado y me acerqué al Eevee, que retrocedió todavía más, casi metiéndose en el hueco del tronco.
- Tranquilo, tranquilo- le dije suavemente. Luego saqué de mi bolsillo un caramelo que traía, lo desenvolví y se lo ofrecí.
- Toma, mira, te gustará.
El Pokémon miró con desconfianza, pero luego se tranquilizó y poco y se acercó a mi mano. Olió el caramelo, se relamió y se lo comió.
Le hice unas caricias en la cabecita peluda y miré a Nadder fanfarroneando.
-¿Ya ves?
Él miró con furia y luego se agachó al Eevee para acariciarlo también.
Le rascó detrás de la oreja y al Pokémon pareció gustarle, ya que se echó panza arriba, sonriendo.
- Iiibiiii...
- Parece que finalmente le agradas- comenté, guardando el papel del dulce en mi bolsillo.
- Eso creo- dijo Nadder, mirando al Eevee con dulzura. El Eevee ronroneó y luego le lamió la mano.
En ese momento, observé dentro del tronco y vi a otro Eevee, más pequeño y más oscuro.
- Mira, ahí hay otro-le dije a Nadder, que no pareció escucharme, ya que su Eevee acababa de subirsele a los hombros y le mordía una oreja.
Me acerqué al del tronco y lo tomé en brazos.
- Biiiii...- dijo suavemente. Era muy pequeño. Mucho más que el otro.
- Deben ser hermanos- comenté, rascando la barriga del pequeño color chocolate.
Abrió los ojitos y vi que eran azules. Sonrió y exclamó:
- ¡ Iiiiibiiiiii !- y luego se subió a mis hombros también.
- No podemos dejarlos aquí- dijo Nadder, mientras ambos Eevees se subían a nuestras cabezas.
- No, claro que no- le dije.
Y finalmente volvimos a casa, cada uno con su Pokémon.
Cuando se lo mostré a mi madre, esta dijo:
-¡Oooh, es hermoso, Joss, dónde lo encontraste ?!
- En el bosque... es macho, estoy viendo que nombre ponerle...
- Yo le pondría "Motitas"- comentó mi mamá, haciéndole caricias en la barriga.
- ¡Mamá! Qué nombre tan tonto... -miré al Eevee a esos grandes ojos celestes y dije: - Creo que le pondré Randall...
-¿Randall?- preguntó mi madre- Es un nombre muy serio para un Pokémon tan bonito...
- Pues a mi me gusta.
Y así le quedó, Randall.
Lo que yo no sabía es que al mismo tiempo que yo le ponía Randall a mi Pokémon, Nadder le estaba poniendo Caprie a su propio Eevee...
Y acá les dejo el dibujo que hice de los pokes que aparecieron...

Byes.-