Hace mucho tiempo de eso, probablemente si eres un miembro de reciente de stats no te acuerdes, así que te sugiero que te animes a leer el primero o el segundo capítulo, y si no consigue engancharte... Bueno, siempre nos quedarán los juegos xD.
CAPÍTULO 1
Mi vida era completamente normal hasta el día que comenzaron las vacaciones de verano, o todo lo normal que puede ser para alguien tan enganchado al mundo pokémon como yo. A mis dieciséis años tenía todos los conocimientos que una persona podía tener para ser un maestro pokémon. Dedicaba buena parte de mi tiempo libre a estos videojuegos, investigaba nuevas combinaciones, participaba en torneos online y, en general, tenía una posición bastante destacada en esta comunidad integrada por personas tan amantes de estos monstruitos como yo.
Claro que en ningún momento pensé que pudiera volverse realidad.
Volviendo al principio, aquel día de finales de junio acababa de salir del instituto tras acabar la última clase que me quedaba antes de las vacaciones. Mis notas no habían sido como para tirar cohetes, pero por lo menos no tendría que volver en el mes de septiembre para recuperar nada. Eso significaba que tendría tres largos meses por delante para dedicarlo a mi pasatiempo favorito. La mera perspectiva me hacía feliz.
Mi instituto era un edificio antiguo, casi decrépito. El patio no era nada del otro mundo, con sus porterías oxidadas y el césped luchando por abrirse paso entre el hormigón. Tenía dos salidas, la de abajo, que daba directa a la calle, y otra por la parte de arriba, que permanecía cerrada todo el rato con un candado oxidado y que nadie utilizaba. Nadie excepto yo. La parte norte limitaba con un descampado que muchos años antes había albergado materiales de construcción, quizás para construir el mismo instituto que tenía al lado, pero que en la actualidad solo conservaba dos pequeños montones de arena, perdidos entre metros y metros de vegetación. Los hierbajos parecían árboles, y los árboles se alzaban de vez en cuando tapando la luz del sol. De hecho, más que un descampado parecía un bosque. No tenía ningún sendero definido y las silvas aparecían cada pocos pasos para pinchar las piernas de los que se atrevieran a entrar. Ni siquiera los animales se habrían sentido a gusto allí.
Sin embargo, tenía prisa, y mi casa quedaba al otro lado de la manzana, justo al contrario de la salida sur del instituto. Una persona razonable habría considerado que dar la vuelta a la manzana constituía un esfuerzo mucho menor que el que tener que tirar la mochila al otro lado de la verja de hierro, saltar y abrirse paso ante la salvaje vegetación. Una persona razonable.
Pero a mí me gustaba aquello. El bosquejo me recordaba a los propios paisajes de mis videojuegos favoritos. Era un lugar casi mágico. Lo cruzaba todos los días, tantas veces que hasta podría haber cavado mi propio sendero en el suelo. Estaba tan acostumbrado a atravesar la vegetación que me abría paso entre la maleza sin tener que pensar siquiera donde ponía los pies. Aquello me dejaba la mente libre para otras cosas más importantes. En aquel momento, justo antes de que mi vida diera un giro radical, mi mayor problema lo constituía un Nidoking. Nidoking, mi pokémon favorito, y sin embargo todavía no me había animado a entrenar a ninguno. A pesar de su aspecto fiero, no era de los más poderosos. No podría hacerle frente a un Salamence o a un Tyranitar. Sin embargo, tenía un amplio abanico de movimientos diferentes, lo que hacía posible una gran variedad de estrategias diferentes. “Si lo entreno bien, podría competir al mismo nivel que un legendario” pensé, mi último pensamiento razonable antes de que…
La primera señal fue un golpe de viento. Nada inusual, a pesar de que había sido un día caluroso y tranquilo hasta entonces. Lo segundo fue un ruido, como un trueno. Sonó como si alguien hubiera partido un tronco por la mitad. Y justo después apareció delante de mí, de un salto. Un Charizard.
Probablemente no haga falta ni que os lo describa, pero tenéis que saber que aquella criatura no era como las caricaturas que salían de la pantalla de mi videoconsola. Aquel era un Charizard de verdad. Su cuerpo estaba cubierto de escamas, naranjas como el sol del atardecer. Las membranas de sus alas eran del mismo color verde oscuro, casi negro, e incluso en la punta de la cola ardía furiosamente una llama. Una persona que no hubiera oído hablar nunca de pokémon lo habría tomado por un dragón.
El Charizard inclinó el cuello hacia delante para enfocar sus ojos en los míos. Sus pupilas eran dos rendijas, estrechas como las de un gato. Un palmo separaba mi rostro del suyo. Resopló, y una ráfaga de aire ardiente me azoto la cara. Hasta el momento no me había movido ni un milímetro del sitio. Estaba paralizado. La impresión del momento podía conmigo.
Entonces el pokémon de fuego volvió a echar la cabeza hacia atrás y rugió, un sonido tan fuerte que me retumbó en el pecho. Desplegó las alas y las agitó hacia adelante a la vez, provocando una violenta ráfaga de viento que me tiró dos metros hacia atrás. Aterricé de espaldas al suelo y resbalé unos centímetros más hacia atrás hasta darme con la cabeza contra un árbol. Me incorporé a pesar del dolor, demasiado asustado para notarlo. El Charizard volvió a resoplar, dejando escapar pequeñas llamas por las fosas nasales, y dio un paso hacia delante. No hacía falta que me lo dijeran. Aquel Charizard quería matarme, comerme, o quizás algo peor. “Qué irónico, me va a matar un pokémon” fue lo único que acerté a pensar.
Fue en ese momento cuando oí la voz por primera vez, aunque no alcancé a escuchar lo que decía. Una esfera, roja y blanca, surcó el cielo entre los árboles hasta interponerse entre el Charizard y yo. “¡Una Pokéball!” pensé, sorprendido. La esfera se abrió con un chasquido, dejando escapar de su interior un haz de luz blanca. La luz se concentró entre los dos, aumentó de tamaño y fue tomando forma. Una figura grande, ovalada, con patas y brazos cortos, una especie de caparazón y dos cañones a la espalda…
¡Era otro de ellos! Esta vez un Blastoise. Estaba de espaldas a mí, pero su figura era irreconocible. El Charizard no parecía nada contento de verlo. Rugió una vez más, abrió las fauces y lanzó una gruesa legua de fuego contra la gran tortuga. El Blastoise Se dejó caer hacia delante y se refugió en su caparazón en un abrir y cerrar de ojos. La corriente de fuego del Charizard se estrelló contra la resistente coraza como una tormenta ígnea. Incluso con el Blastoise en medio, podía notar el calor abrasador de las llamas. El Charizard mantuvo el lanzallamas durante unos segundos más. Entonces cerró las fauces y el flujo de fuego se detuvo de repente. Una vez más escuché la voz entre los árboles, una voz de mujer, y en esta ocasión logré distinguir lo que decía.
__¡Hidro bomba!
El Blastoise volvió a salir de su caparazón tan rápido como había entrado. Se incorporó sobre las cuatro patas, alzándose apenas unos centímetros sobre el suelo. Los cañones de su espalda produjeron un sonido metálico cuando apuntaron al pokémon de fuego. Sonó un estallido, y una tromba de agua manó con violencia hasta estrellarse contra el vientre del Charizard. La fuerza del ataque era tal que lo propulsó varios metros hacia atrás, destrozando ramas y arbustos a su paso. El Charizard rugió y pataleó, de espadas sobre el suelo, pero antes de que se pudiera incorporar, una segunda pokéball surcó el aire hacia él. La esfera impactó contra su cabeza, se abrió, y lo engulló como un haz de luz roja antes de caer al suelo. La vi agitarse una, dos, tres veces. El botón del centro emitió un último resplandor rojizo y la pokéball se detuvo.
Transcurrieron unos instantes de repentino silencio. Yo, con la espalda pegada al tronco del árbol contra el que me había golpeado la cabeza momentos antes, sin poder apartar la vista del enorme caparazón que tenía ante mí. El Blastoise soltó un bramido, y se puso de pie sobre las dos patas traseras con un impulso. Resultaba impactante ver moverse una mole tan grande. Entonces giró el cuello hacia mí y sentí un escalofrío. Al contrario que el Charizard, parecía muy tranquilo. Sin embargo, sus ojos acuosos tenían un brillo inteligente que me intranquilizó. Era casi como mirar a otra persona a los ojos.
Volví a oír un ruido entre la vegetación, y la entrenadora del Blastoise apareció. Era una mujer joven, probablemente no llegase a los treinta años. Llevaba el pelo liso y negro recogido en una cola de caballo, gafas redondas de cristales finos tras las que brillaban dos ojos castaños, y vestía una bata blanca de laboratorio. La mujer recogió la pokéball que contenía al Charizard y se la guardó en el bolsillo con un suspiro. Luego se giró y caminó hacia el Blastoise. No me había visto aún. El enorme cuerpo del pokémon tortuga ayudaba a ocultarme.
__Buen trabajo, Blastoise __dijo. El pokémon asintió y emitió una especie de chasquido. Pude observar un haz de luz roja envolvía su cuerpo antes de que la esfera que la mujer llevara en la mano lo engullera.
Fue entonces cuando me vio por primera vez. Abrió mucho los ojos tras las gafas, sorprendida, aunque seguramente no más que yo.
__¿Qué haces tú aquí? __me preguntó. No se me ocurría nada que decir. Bastante lógico teniendo en cuenta que acababa de presenciar un combate entre dos monstruos de un videojuego.
__Yo… __fue todo cuanto alcancé a balbucear. La mujer volvió a suspirar, se subió las gafas con el índice y sacudió la cabeza de un lado a otro.
__Lo has visto todo, ¿verdad? __no esperó a que lo contestase__. Demonios, hacía mucho tiempo desde la última vez… Normalmente no suele pasarnos estas cosas, pero algunas veces aparece un pokémon que puede abrir por sí mismo el portal y si no llegamos a tiempo… alguien ve algo que no debería haber visto…
“Estoy soñando”. En aquel momento era la única explicación racional que se me ocurría. Me di una palmada en la cara y noté como la mejilla me hormigueaba bajo la mano. “No, estoy despierto, pero…”
__¿A qué portal te refieres? __pregunté casi sin darme cuenta.
__Al portal que lleva al mundo pokémon, por supuesto __contestó, como si
fuera lo más normal del mundo.
__Pero los pokémon no existen. Ese Blastoise y aquel Charizard… se supone que es sólo un videojuego.
La mujer me sonrió.
__Ah, así que los conoces. Eso nos ahorrará tiempo. Ven conmigo.
Y sin decir una palabra más echó a andar entre la vegetación. Yo la seguí, sin saber muy bien por qué. Todavía estaba muy confuso y me carcomía la curiosidad. Tenía tantas preguntas en mi cabeza que no sabía cuál formular primero.
__Perdona que no me haya presentado todavía __dijo, caminando delante de mí__. Soy la Profesora Cristina, o Cris si lo prefieres, investigadora pokémon.
__Yo Derek __respondí automáticamente__. Estudio en el instituto de aquí al lado.
__¿Ah, sí? __Cris volvió la cabeza hacia mí__. Dime, estamos en España, ¿cierto?
__Sí
__Pero hablas inglés.
Claro, ni siquiera me había dado cuenta por la impresión. La científica había estado hablando en inglés todo el rato y le había contestado en el mismo idioma, prácticamente sin darme cuenta.
__Mi madre era enfermera en Inglaterra antes de conocer a mi padre. Me crié con los dos idiomas __aclaré, y fruncí el ceño. Debería ser yo el que hiciera las preguntas.
__Eso facilitará las cosas __Cris sonrió__. En nuestro mundo la lengua común es el inglés, así que no tendrás problema para comunicarte y de paso me ahorras trabajo. Mi español es horrible.
Dijo la última frase con un acento latino desconcertantemente sensual.
__¿El mundo pokémon? ¿Me vas a llevar allí ahora?
Todavía no me lo acababa de creer. La profesora pokémon se colocó a mi lado. Por debajo de la bata blanca llevaba un jersey delgado de color rojo. Sacó por el cuello un colgante, unido por una delgada cadena alrededor de su cuello. Era un prisma de cuatro caras terminado en punta, que emitía un pequeño resplandor violáceo cada vez más intenso.
__Esto es un prisma elemental. Crecen de forma natural en las cuevas de Aurora, a partir de otros minerales. Reciben la radiación que emiten los pokémon que habitan en ellas, lo que los científicos llamamos ondas PQ, que es lo que permite abrir el portal que comunica nuestro mundo con el tuyo. Fíjate como aumenta su brillo __el resplandor del prisma aumentaba por momentos__. Eso significa que nos estamos acercando a una zona donde el tejido es más fino. Fíjate, es aquí.
Nos detuvimos de golpe, en medio de ninguna parte. Aquella zona no parecía tener nada de especial. La vegetación era prácticamente igual en todo el descampado, salvo en los bordes cercanos a la carretera. Cris agarró el prisma con una mano y lo extendió unos centímetros frente a su rostro. El mineral empezó a vibrar tan fuerte que me zumbaron los oídos.
Sucedió de repente. Una corriente de aire inundó el descampado, echándome hacia atrás, y el portal se abrió. Era una especie de círculo elíptico que se alzaba un par de centímetros sobre el suelo y por el que podría pasar perfectamente una persona. Su interior aparecía difuminado, como un remolino de agua que se va por un desagüe.
__Adelante, tú primero __dijo Cris colocándose a mi espalda. Yo todavía tenía demasiadas dudas.
__Un momento, tengo que preguntar…
__¡Vamos! __insistió, y me dio un empujón por la espalda que me hizo caer de bruces sobre el portal.
Fue como sumergirse en un tanque de gelatina. El portal me aspiró hacia dentro con fuerza, como una especie de fuerza de vacío. Sentí como si mi cuerpo fuera a volverse líquido, pero la sensación apenas duró un segundo. Volví a materializarme en un nuevo escenario, tan de repente que tropecé y caí contra un suelo de baldosas blancas. Me levanté mascullando entre dientes, justo a tiempo de ver como Cris aparecía por el portal, de una forma bastante más elegante a la mía. El círculo se cerró a sus espaldas tan rápido como hubo salido de él.
__¿Qué te ha parecido? __preguntó alegremente__. No es el medio de transporte más cómodo del mundo, pero sí bastante rápido.
Apenas llegue a escucharla. Estaba demasiado ocupado observando la sala en la que habíamos aparecido. Era un laboratorio, bastante grande, pero tan abarrotado de mesas, ordenadores y archivadores que lo hacían parecer pequeño. Al fondo reposaba un escritorio más grande que el resto, junto con algunas máquinas tan extrañas que ni siquiera me atrevía a adivinar su propósito. Entre las patas del escritorio correteaba lo que parecía una ardilla tremendamente grande y alargada. No tarde en darme cuenta de que era un Furret, tan real como cualquier animal que pudiera ver en mi mundo. El pequeño pokémon se alzó sobre las patas traseras al ver a la profesora.
__Buenos días pequeñín __lo saludó Cris dándole una palmadita en la cabeza__. ¿Tienes hambre? __Sacó una especie de fruto de uno de los bolsillos de su bata y se lo tendió. Parecía un melocotón, pero de color rosado y con una forma que me recordaba vagamente a un corazón. “Es una baya” pensé al cabo de unos instantes. El Furret la cogió entre las patas delanteras y empezó a comerla a pequeños mordiscos.
__Increíble __murmuré, agachándome delante del pokémon. El Furret interrumpió su comida para lanzarme una mirada de ojazos grandes y negros__. Es tan real…
__No tardarás en acostumbrarte __rió la Profesora Cris a mis espaldas. La oí trastear con algo en los cajones de su escritorio, pero yo estaba demasiado absorto en la criatura que tenía ante mí para darme cuenta. El Furret tenía una mirada intensa, reflejaba la misma inteligencia que había visto en el Blastoise. Nadie lo habría tomado por un animal normal.
__Un día se coló en el laboratorio __explicó Cris con una voz repentinamente apagada__. Al bueno de Alexandre no se le ocurrió otra cosa que darle una baya meloc y desde entonces no nos lo hemos sacado de encima. Pero es una buena compañía…
Sentí que me apoyaba una mano en la espada y tuve un repentino escalofrío.
__Siento mucho esto, Derek.
Fue lo último que le escuché decir. Cuando traté de incorporarme noté un filo punzante clavándose en la base de mi cuello, seguido de un intenso dolor. Hice fuerza con las piernas para levantarme, pero la cabeza empezó a darme vueltas. La cara del Furret, que había abierto la boca en un gesto de sorpresa propio de una persona, se volvió borrosa. Perdí el equilibrio, y caí al suelo.
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Vale, aquí se acaba. Intentaré dejar el final de cada capítulo siempre con algo de suspense, que molesta bastante por la espera pero al mismo tiempo engancha xD. Si te gusta no te cortes y comenta. Los comentarios levantan la moral y a más moral, más capítulos