Capítulo Uno: El comienzo de todo...
Un jóven pelirrojo corriendo por la ciudad seguido de una niña más jóven que él, con el pelo azulado... Lance, nuestro jóven protagonista incordiaba como de costumbre a su prima pequeña, Débora (Clair en Latinoamérica), con la que mantenía una relación más fraternal que otra cosa... Parecían más hermanos que primos, debido a que habían sido criados juntos por su abuelo, el Guardián de la Guarida del Dragón...
Débora alcanzó a Lance cerca del edificio que había en la entrada de la Guarida del Dragón, sí, el Gimnasio... Ambos se adentraron en el Gimnasio, Lance para esconderse y Débora para buscarlo. -
Lance, no me gustan estos juegos... Sal y devuélvemelo.- Comentó la pequeña Débora mientras caminaba por el oscuro escenario que tenía el Gimnasio... -
¿Y si lo hago qué me das?- Contestó inmediatamente Lance mientras se movía para que Débora no descubriera dónde se ocultaba.
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Nada, devuélveme mi piedra o se lo diré al abuelo.- Tras refunfuñar un poco, Débora le replicó y amenazó para que le devolviera la piedra que había encontrado a las afueras de la ciudad. -
Está bien, está bien... Igualmente es una piedra normal, no sé por qué debería quedármela.- Salió de donde se escondía y le entregó la piedra que tenía un brillo amarillo. -
Aquí tienes...- La pequeña Débora sonrió mientras que se escuchaba que alguien había entrado en el Gimnasio, el abuelo de ambos.... -
Vaya, te estaba buscando Lance, tengo que hablar contigo... Débora, ¿Puedes ir a casa con la abuela?- Dijo su abuelo mientras "empujaba" a la pequeña fuera del Gimnasio y se llevaba a Lance a la puerta trasera.
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Lance, ya tienes una edad para andar haciendo esas chiquilladas... A mí a tu edad mi padre me mandó de viaje con mi primer Pokémon, el cuál tuve que atrapar con mis propias manos. ¿Sabes a dónde quiero llegar?- Comentó mientras le ponía la mano en el hombro a Lance y le mostraba un pequeño bote y le señalaba el camino a la Guarida del Dragón. -
Abuelo, yo no soy como tú, a mí no me gustaría irme y emprender un viaje como lo hiciste tú, yo no quiero ser entrenador... Solamente quiero llevarme bien con los Pokémon y no podría perdonarme tener un Pokémon y que resultase dañado en combate.- Contestó Lance tras estar un rato callado, bastante más serio que antes... Aunque el haber estado callado un rato no le ayudó, ya estaba su abuelo remando para llegar a la Guarida del Dragón. -
Me da igual lo que quieras, debes ponerte aprueba aquí, como todos los miembros de nuestra familia han hecho antes que tú... Una vez afrontes la prueba, para la cuál te he entrenado bien física y mentalmente podrás afrontar tu destino, sea cual sea y el que quieras...- Le echó una mirada severamente seria a Lance mientras amarraba el bote en un árbol viejo que había a la entrada. -
Ahora ve... Sin rechistar, te esperaré aquí... Y ten, toma esto, quizás la uses, quizás no... Eso depende de ti.- Le dió una Poké Ball y le empujó a adentrarse en las viejas ruinas que suponían ser la Guarida del Dragón...
Lance llegó hasta un punto donde tenía poco camino que recorrer, paró ahí, se sentó apoyado en un árbol y se quedó pensativo. No había dicho ni una palabra desde que iba de camino hacia la Guarida... -
Afrontar una prueba que decidirá mi destino... Como si fuera tan fácil...- Murmuró algo molesto, él no quería estar ahí.