Al volver al salón de psicología, no hubo riesgo de otra escena Oz V/S Zwei, ya que el resto de la clase Echo fue quien tomó el control. Aunque a pesar de ellos, los tres vigilantes se cruzaron de brazos, recostándose de la pared y decidieron quedarse en la clase, para cerciorarse de que no volviera a ocurrir. Leo estaba cerca de su prima, charlando ambos serenamente y esta vez el azabache aprovechó de explicarle el porqué era, además de asistente de bibliotecario, un vigilante escolar. Eso se debía a que como Leo, a pesar de su pequeña estatura, tenía una fuerza sorprendente, el director decidió volverlo vigilante —ya que unos años atrás, había visto al Baskerville detener por sí mismo una pelea entre dos estudiantes, no con fuerza bruta pero si imprimiendo suficiente fuerza para mantener a los peleones alejados entre sí—. Mely pareció sorprenderse mucho, cuando Leo les hizo una seña a Elliot y Hyde de que se acercaran.
Una vez lo hicieron, Leo se giró hacia su prima, con sonrisa amable—. Mely-itoko-chan, ellos son mis compañeros vigilantes y dos buenos amigos míos.
—Hola~ Soy Melanie Baskerville, es un placer conocerlos, chicos.
—Lo mismo digo —asintió el chico llamado Hyde, sonriendo de forma tal que contrarrestaba con su apariencia “intimidante”, aunque Mely pudo ver en sus ojos que no era alguien malo—. Soy Hyde Zurstorm~
En eso tanto Hyde como Leo, sujetaron firmemente a Elliot, desconcertado a éste, cada uno de un brazo y lo señalaron, diciéndole a la peli-blanca unísonamente y sonriendo—. ¡Y éste amargado de aquí, es Elliot~! No te dejes engañar por su carita de pocos amigos, en realidad es buena persona y…
—¡Oigan! ¡Suéltenme! —exclamaba Elliot, forcejeando un poco por liberarse del agarre de sus compañeros, una vez lo hizo suspiro y le envió una mirada seria, pero tampoco fría a Mely—. Como ellos dijeron, soy Elliot… Elliot Nightray. Si tienes algún problema, no dudes en decírmelo.
—¿Nightray? —Mely se sorprendió de escuchar dicho apellido, ya que si es que ese joven tenía alguna relación familiar con el prof. Gilbert, físicamente no tenían nada en común. Pero decidió preguntarle eso más tarde y le sonrió—. Etto… te lo agradezco, Elliot-kun~
Minutos después, todo seguía igual de sereno en la clase de psicología. Pero por más que le rogaron sus alumnos, la profesora Echo no cambió de parecer sobre su “entretenida” idea de escribir y recitar oraciones reflexivas en voz alta. Por lo que les entregó a cada uno de los presentes (incluidos los vigilantes) un papelito, junto a un lápiz.
Echo luego fue a sentarse en su escritorio de caoba y esperó unos minutos, hasta que dejo de escuchar el sonido de lápices escribiendo. Alzó su vista serena y gris, comenzando a decidir, señalando lentamente con su regla, quién sería el primero que hablaría. Cuando pocos segundos, se giro y apuntó firmemente hacia Hyde, sobresaltando un poco a éste por lo repentino. Al ver que lo más pronto que hablara, eso se acabaría, el vigilante suspiró, se paró firme y detuvo la vista en su papelito, comenzando a leerlo en voz alta y firme, la frase que había escrito.
—
“Aquello en lo que se deposita la atención, tiende a agrandarse. Eso quiere decir que si uno presta atención a los aspectos positivos, así como a lo bonito del pasado y presente, se ganará auto-confianza y un camino seguro hasta el futuro…” —paró por unos segundos y continuó—.
“Por lo que si se centra la atención en los errores y defectos, así como en lo malo del pasado, se sentirá inseguridad y no se asegurará tener un buen camino hacia el futuro. Todas las personas tenemos virtudes y defectos, pero solo de uno mismo depende en lo que se quiere centrar y cómo se quiere ir hasta el futuro…”Todo el salón duró en sepulcral y dramático silencio como por 5 segundos, mirando con expresión de sorpresa al “chico rebelde”. Cuando el salón se llenó de aplausos, (acompañados de algunos silbidos, de parte de los alumnos más animados), a causa de la admiración que provocaba el que alguien tan aparentemente firme, pudiera ser capaz de reflexionar y escribir algo tan bello como eso. Hasta la profesora Echo aplaudía levemente.
—¡Sorprendente, Hyde-kun~! —exclamó Ada, con brillo en sus ojos.
—¡Eres mi ídolo! —gritaban otros chicos por atrás.
—¡Esa frase me llegó! —exclamaba Oz, apretando uno de sus puños con admiración, así como llorando chistosas y conmovidas lágrimas cual cascadas—. ¡Eres todo un poeta, hermano~!
Leo y Elliot sonrieron, felicitando a su compañero alzando un pulgar cada uno. Hyde se rascó la nuca, apartando su mirada entrecerrada un poco, con un leve rubor en sus mejillas y dijo con nervios—. Etooo… gracias.
—Bien, ¿quién sigue? —preguntó Echo nuevamente.
Al parecer la actuación de Hyde había servido para que los demás se animaran, ya que ahora varios de los presentes querían ser los próximos en pasar. El resto de la hora de psicología paso tranquilamente, sin ningún percance. Al sonar el último timbre, de las 10:00 AM, que por fin indicaba la hora de salida del Lunes, (era el día en que más temprano se salía, ya que solo tocaban 3 clases), todos sujetaron sus pertenencias y salieron del salón.
Mely como siempre salió junto a Oz y Ada, despidiéndose de su primo y los amigos vigilantes de éste al salir del salón. Aunque en lo que caminaba por los pasillos hacia el portón de la academia, no podía evitar buscar con su mirada celeste a cierto profesor azabache, para decirle el mismo «Hasta mañana, sensei~» que le había dicho a Echo antes de salir de su clase. Los hermanos Vessalius parecieron notar la actitud de su amiga, por lo que con algo de pena le dijeron que el prof. Gilbert probablemente se había ido temprano a casa, ya que su hora los Lunes era muy corta.
—Ah… ya veo… —la peli-blanca esbozó una sonrisa forzada, algo triste por no haber podido despedirse de su querido profesor.
¡Momento! ¿Había dicho «querido»? ¿Por qué se dirigía a su profesor con la palabra con «Q»? ¡Melanie Baskerville, vuelve a la realidad! La peli-blanca agitó su cabeza fuertemente cual maraca, en un intento por impedir ruborizarse, siendo vista con algo de extrañeza por Oz y Ada. Cuando ya iban caminando por la acera de la calle, dejando atrás la academia, sin ninguno darse cuenta, eran vistos desde la sombra de un árbol al otro lado de la calle por el P-3.
Jack yacía recostado de pie en el tronco, cruzado de brazos y mirando fijamente a los 3 que caminaban por la otra acera, enviaba miradas de fastidio hacia su primo Oz, de frialdad hacia Ada y… hacia Mely miraba de una forma difícil de definir. Alice como usualmente hacía, comía una manzana, por lo que por cada mordisco que le daba, llenaba “un poquito” sus labios… o mejor dicho cada rincón de sus labios y hasta les mejillas. Vincent, (quién yacía recostado de forma similar a Jack, solo que a la izquierda de Alice) al notar eso, no se resistió a la idea de sonreír burlonamente, al ver de esa forma tan chistosamente tierna a su jefa. Por lo que tosió levemente, llamando la atención de la peli-negra.
—Ne, Alice… creo que tienes un poquito de manzana por… —al hacer hincapié en «un poquito», el Nightray paso su mano alrededor de todo su rostro, de forma chistosa y exagerada, en movimientos circulares—. Tooooodo ésto.
Alice solo apartó su mirada, con sus mejillas adorablemente infladas (por estar llenas de manzana) y con la boca llena refunfuñó algo como «¡cállate, Vincent!» entre mordiscos. Vincent solo soltó una carcajada, aunque se detuvo con extrañeza al notar que Jack no reía. Alice igual notó eso, por lo que al tragar le preguntó con fastidio.
—¿Y a ti qué te pico, Jack? —el Vessalius a los primeros segundos no respondió, ya que la Baskerville y el par de Vessalius cruzaban una calle, desapareciendo de su campo visual.
—Nada… —respondió secamente.
—Aja, aja… —dijeron sus compañeros al unísono, alargando la palabra. Miraban al rubio con sus miradas entrecerradas y alzando una ceja cada uno. Ante eso Jack chasqueo la lengua, con fastidio.
—Es mi primo —soltó por fin.
Logró captar la atención completa de Vincent y Alice. ¿Qué tenía que ver Oz en eso? ¿Es que Jack se sentía culpable, por lo que le había dicho en la clase de psicología? Aunque descartaron esa posibilidad tan pronto como lo pensaron, ya que conocían bien a Jack y sabían que algo así no pasaría, debido a que él y su primito Oz no tenían una relación “de ensueño” entre primos.
—¿Sí? ¿Qué hay con ese mocoso? —preguntó Vincent—. ¿Es que el Vessaliuscito más grandecito se arrepiente de lo duro que fue con su primito~?
—¡Cierra el pico, Vincent! —refunfuñó Jack, viendo al chico de ojos bicolor, con su mirada entrecerrada y con una venita palpitante en su frente.
—Lo que tenga que ver con ese mocoso, me da igual —dijo sin darle importancia Alice, en un intento porque Jack revelara la causa de su falta de humor, usando el método que había aprendido en las pocas clases que le interesaron de Echo del año anterior: psicología inversa.
—Es sólo que me extraña el que Oz saliera tan animado, luego de lo que le dije —Jack lucía decepcionado o aburrido—. Cuando le grito cosas como esas, él normalmente hace de emo, toda la semana.
Vincent se alzó de hombros, diciendo que tal vez “la nueva” había logrado decirle algo para reponerle su auto-estima. Jack alzó la mirada, centrándola en el cielo azulado, el rubio se quedó así por largo rato. Vincent y Alice suspiraron aburridos, cuando su compañero hacía eso, era cuando pensaba en algo que lo carcomía por dentro y que prefería no hablar con nadie, ni siquiera con ellos. No sabían precisamente lo que Jack pensaba, pero lo único que sabían era que se ponía así al estar deprimido o de mal humor.
Por lo que se cruzaron de brazos, acercándose a él y cogiéndolo cada uno de sus brazos. Jack fue sacado de sus pensamientos, viendo extrañado a sus compañeros, los cuales le sonreían “cómplicemente”.
—¡Sabemos de algo que te animara! —Exclamaron ambos—. ¿Qué tal si vamos a arrojarle unos cuantos huevos podridos al auto del sub-director? ¿Qué dices~?
Jack río levemente y no pudo evitar sonreír, de su usual forma burlesca, totalmente dispuesto a ello. Realmente ese par de diablillos sabían cómo alegrar a su amigo rubio, no por nada tenían una bueno (y extraña) relación de amistad. Desde el primer día en que pisaron la academia Pandora, al conocerse, notaron que eran igual de rebeldes, debido a sus problemas familiares y difícil carácter, por lo que se llevaron de maravilla y desde entonces se la pasaban haciendo de sus andadas.
Mientras tanto en un lugar a varios metros, de donde ese acto vandálico iba a pasar, en algunos complejos de apartamentos y de edificios de colores beiges, Mely ya caminaba solita en dirección a su hogar. Se había separado de los hermanos Vessalius hace unas cuadras, pero como aún era muy temprano y mucha gente transitaba por esa zona, la chica no se preocupaba por andar sola. Entró por la puerta y se dirigió al elevador, marcó el piso 7 y éste comenzó a elevarse con tranquilidad.
En lo que los números en una esquinita del elevador se iluminaban (del uno al dos, del dos al tres y así) y la típica musiquita retro sonaba en el elevador, la chica peli-blanca no pudo evitar suspirar. Si que había sido un día loco, su primer día en Pandora. Se había chocado y caído de forma comprometedora con un profesor, que más adelante sería su guía y se había lastimado un poco sus tobillos. Pero también sonrió, al haber tenido un agradable re-encuentro con su primito luego de mucho; también había hecho sus primeros amigos en la academia y conocido a profesores tan curiosos, pero nadie era más excéntrico que el médico.
Tenía mucho que contarle a su tío Revis cuando llegara, pero lo que estaba completa, absoluta y definitivamente segura… ¡era de omitir su bochornoso momento con el profesor Gilbert! ¡No quería ni pensar en que diría o cómo se pondría su tío si se enterara de eso! ¿Que por qué la chica negaba entre temblores eso? ¡Pues porque su tío, Revis Baskerville, era la representación de la sobreprotección y los celos, en carne y hueso! Un leve escalofrío recorrió la espalda de la chica, cuando el ascensor por fin se detuvo en su piso, el séptimo. Al abrirse las puertas, la chica salió y comenzó a caminar por los pasillos color crema, hacia la puerta de su apartamento.
No tardó mucho en ver la suya, la cual era claramente señalada por las pocas cajas cafés (de la mudanza) posadas afuera, apiladas una al lado de otra. Al abrir la puerta y entrar al apartamento semi-acomodado, de suelo color turquesa y paredes púrpuras, donde únicamente habían algunos muebles ocultos por bolsas transparentes y varias cajitas más, la chica exclamó alegremente.
—¡Ya llegué, Revis-oji-san~! —en lo que dejaba su maletita, en una esquina de la puerta y se quitaba los zapatos, por lo que caminaba en calcetines.
Unos pocos segundos después, fue recibida por un hombre que salió de la puerta, de lo que seguramente sería la cocina. Era muy alto y de clara piel, cabello blanco igual al de Mely y tan largo, que lo llevaba atado en una cola de caballo. Sus ojos eran serenos, cálidos y de un relajante color morado. Iba vestido como el típico padre (o mejor dicho tío) soltero, un pantalón-mono azul oscuro, junto a un suéter un poco arrugado y de color escarlata. Al igual que su sobrina, iba sin zapatos y con calcetines blancos.
—¡Mi niña, llegaste~! —Exclamó Revis, en lo que se acercaba a abrazar y darle un besito en la frente a su sobrina—. ¿Cómo te fue en tu primer día? ¿Cómo es la academia Pandora? ¿Conociste a gente nueva? ¿Paso algo interesante? ¡Dímelo todo~!
—¡Calma, calma, pueblo! —Bromeaba y reía Mely, en lo que sentaba en uno de los “embolsados” muebles junto a su tío—. Todo el día fue divertido, conocí a algunos de los profesores, hice amigos y pues… «¡No le digas que chocaste con un papacito, que resulta ser profesor! ¡¡No le digas!! ¿Y cómo que “papacito”!? ¿¡En qué estás pensando, Melanie Baskerville!?» me… re-encontré con mi primo Leo, ¡estudia en la misma academia~!
—¡Vaya, que casualidad! —Exclamó un sonriente y a la vez sorprendido Revis, ya que no esperaba que hubiera un familiar en la misma academia, juraba que eran los únicos Baskervilles en dicha ciudad—. Me alegra saber que hiciste amigos y que no tuviste ningún percance, querida~
—¡A… aja! —asintió Mely, con cierto nerviosismo, reflejado en el temblor de su voz.
Revis pareció notar eso, por lo que a velocidad de rayo su expresión animada cambió a una sospechosa. Se acercó a su sobrina, entrecerrando sus ojos y con una aura amenazante y oscura rodeándolo, (o al menos eso era lo que Mely veía), por pensar en que su sobrinita hubiera tenido algún momento desagradable, con algún bastardo pervertido de la academia o algo. Lo había imaginado, a su tío no se le escapaba nada y notó que su sobrinita no le había dicho una cosa, algo que era importante.
—Y… ¿qué más? —preguntó con voz grave, casi como disparándole a su sobrina con su mirada, acorralándola un poco en el sofá.
—Pu-pues, e-etoooo… —varias gotitas de sudor resbalaban por la frente y nuca de la pobre muchacha, la cual intentaba desesperadamente inventar alguna excusa—. Yo… yo… —en una especie de reacción por el nerviosismo, comenzó a rascar sus tobillos, fue entonces cuando se acordó de sus venditas y le vino una idea de golpe—. ¡Ah, sí! Se me olvido decirte… que… tuve un pequeño accidente.
—¿¡Qué!? —gritó horrorizado y preocupado el hombre, por pensar en que a su querida niña le había pasado algo.
—¡No, no! ¡Cálmate, oji-san! —Tuvo que gritar Mely para que su tío no entrara en pánico, alzando un poco la manga de su pantalón y revelando las venditas—. No fue nada grave, solo tropecé y me di en los tobillos. Me atendieron en la enfermería y dijeron que sanaría pronto, además… ¡me dieron una paletita~!
Revis al oír eso suspiró aliviado, de que no fuera ni el cuarto de los accidentes que se imaginó (y exageró de sobremanera) en su mente, así como desactivó su «aura amenazante», al saber igual que no había que preocuparse por coger la escopeta, para salir a “charlar” con ningún muchacho que se intentara lugar a su niña. El hombre se levantó, revolviendo cariñosamente los cabellos de su sobrina.
—Bueno, voy a seguir desempacando lo de la mudanza.
—Déjame ayudarte —se ofreció Mely sonriendo—. Como fue el primer día no mandaron tarea, «bueno, el prof. Barma sí», por lo que puedo ayudarte, oji-san~
Revis sonrió con cariño y asintió—. Me parece bien, mi niña. Cuando acabemos de desempacar, ¿te apetece comer unas tostadas con mermelada~?
—¡Sí~! —exclamó animada la chica, corriendo a sacar todo lo de las cajas y que le era posible cargar.
—¡Ay, ay, ay, niña! ¡Ten cuidado con lo de porcelana! ¿Sabes qué pasa si se te cae? ¡Que se rompe! —gritaba nervioso el soltero, temiendo que la muchacha en medio de su entusiasmo, dejara caer alguna de las piezas, de esa fina vajilla que le habían regalado.
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A la mañana siguiente, Mely estaba dormida en su habitación, ya a la mitad de estar totalmente lista, pero que aún poseía unas pocas cajitas de mudanza. Las paredes estaban pintadas de un relajante blanco-azulado, con el techo blanco y el suelo hecho de gravilla blanca. Una de las cosas que la mudanza ya había dejado, eran la biblioteca de madera café, (dónde reposaban algunos de los libros favoritos de la Baskerville), así como la cama de sábanas cremosas y la mesita de noche, de color café oscuro. Sobre ella reposaba el despertador, que unos pocos segundos comenzó a sonar, interrumpiendo el sueño de la chica.
Melanie de mala gana y con el ceño levemente fruncido, viéndose graciosa y tierna, sujetó su almohada y se intentaba cubrir los oídos con ella. Digamos que aunque fuera alguien muy amable, no era precisamente de las personas que gozaban despertarse. Al ver que la almohadita blanca no era suficiente para cubrirse, sujetó su peluchito de pegaso y gritó, con una vena palpitante en su cabeza: «¡¡Cállate, ruidoso!!», arrojando el peluchito hasta el indefenso reloj y provocando que éste se callara. La peli-blanca sonrío feliz, disfrutando del agradable silencio y volvió a acomodarse en la cama. Fue entonces cuando la puerta de su cuarto se abrió de golpe, entrando por ésta un sonriente Revis.
—¡Meeeeeely~! ¡Mi niña, es hora de que despiertes! —canturreaba el peli-blanco, acercándose sonriendo a la cama.
Pero al ver que su sobrina sólo gruñó y refunfuñó algo como «En tres meses, oji-san…», para luego cubrirse de pies a cabeza con la sábana. Revis suspiró, rascando su nuca con un brazo. Mely no cambiaba nada. Se acercó al extremo inferior de la cama, sujetando la sábana y exclamando «¡Tres mis polainas! ¡Despierta ahora, jovencita!», en lo que tiraba de ella y destapando a la peli-blanca.
Una Melanie vestida con su pijama de camisa y pantalón, ambos de manga larga, y de grisáceo/azulado color volvió a gruñir, cubriendo sus ojos con sus manos. ¿Por qué tenía que pararse siempre tan temprano? El que fuera su segundo día, en la academia Pandora, no era justificación para que… ¡¡Oh, dios santo!! Los ojos de Mely se abrieron de par en par, ¡la academia! ¡Iba a retrasarse si no se apuraba! Para desconcierto de Revis, la muchacha se levantó de la cama de un saltó, corriendo hacia el baño del mismo cuarto a velocidad de rayo.
Fue tanta la sorpresa, que el peli-blanco soltó un largo silbido—. Curioso… normalmente debo arrojarle un vaso de agua y tirar de sus piernas, para que se digne a levantarse —se dijo para sí el hombre, alzándose de hombros y dirigiéndose a la cocina, exclamando antes de irse—. ¡Cuando salgas vienes a la cocina, que ya está el desayuno!
Pocos minutos después, ya vestida con el uniforme de la academia, que constaba de una blusa blanca, con un pequeño pañuelo rojo en el cuello, junto a una falda verde (demasiado corta para el gusto de Mely, por lo que secretamente llevaba un shortcito del mismo color debajo de ésta) y zapatillas verdes. Mely no estaba acostumbrada a llevar falda, desearía que (como siempre hacían el primer día) dejaran que ella fuera con pantalón. Pero las reglas eran las reglas y suspiró, saliendo hacia la cocina y sentándose en una de las mesitas negras, del pequeño comedor redondito.
—Buenos días y joooo~ —Mely sonrió, al encontrarse un plato con un par de huevos, unas rebanadas de tocino (las cuales estaban colocadas debajo de los huevos y parecían formar una carita) y unas tostadas, junto a un vasito de leche—. ¡Se lució hoy, estimado señor~~!
Revis soltó una carcajada, correspondiendo el «buenos días», se encontraba sirviéndose café, de modo que estaba de espaldas a la muchacha en lo que ésta comía. Una vez se sirvió y le dio el primer sorbo a la taza, le preguntó cómo le quedaba el uniforme, (¡y ojo! Revis aún no había visto el uniforme, ya que Mely fue la que lo compró). La muchacha dijo que si había escogido la talla adecuada. El peli-blanco sonrió y se comenzó a girar, hacia su sobrina.
—¿Con que si te queda bi…? —no pudo terminar su frase, ya que se quedo de piedra, al notar lo… “revelador” que era el uniforme ese—. ¡¡Melanie Baskerville!! ¿¡Qué haces vistiendo así!?
Melanie alzó una ceja, al notar el rubor en el rostro de su tío. Se miró a si misma y no veía ni sentía ningún tipo de ajuste en la blusa, la falda aunque si era corta, no se preocupaba ya que llevaba el short, pero el resto de los reclamos del hombre eran solo exageraciones, típico de un tío/padre celoso. La chica le dio la última mordida a su tostada (acabando su desayuno) y miró molesta al hombre.
—¡No seas ridículo, oji-san! ¡Yo compré la talla adecuada y no está ni remotamente ajustada mi ropa! —Exclamaba ya cerca del hombre, tocándole su pecho repetidamente con uno de sus dedos—. ¡Solo estás celoso y exageras todo!
—¡No estoy celoso! ¿¡Y cómo esperas que acepte que vayas por ahí, con esa falda tan horriblemente… corta, y con esa blusa tan… ajustada!? —un ruborizado Revis miraba con un ojo cerrado a su sobrina—. ¿¡Qué quieres que los chicos te vean!?
—¡Por dios, ellos no me verán así! ¡Y aunque lo hicieran, tu bien sabes que yo no me dejaría tocar, que me haría respetar! ¿¡Y tú que haces viendo mi uniforme!? ¡¡Pervertido!!
Duraron un rato discutiendo ambos Baskervilles, hasta que la muchacha se canso de gritar, saliendo de la cocina. Sujetó su maletín y salió del apartamento, cerrando la puerta detrás de si de un portazo. Revis por su parte y con el ceño fruncido, se sentó en el sofá de la sal, mirando fijamente a una fotito que había en la mesita en medio de los muebles. En ella se veía la imagen de un Revis más joven, junto a una Mely muy peque (y abrazable~).
Sujetó la foto enmarcada, mirándola molesto unos segundos, pero pasados unos minutos su semblante se ablandó y hasta se notaba triste. Se insultó a si mismo por ser tan idiota y haberle gritado así a su sobrina, por una razón tan ridícula. Sabía que ella no era una chica a la que le gustara exhibirse, que era sana y que sabía lo que estaba bien y lo que no. Un arrepentido Revis suspiró.
—Mi niña… lo siento mucho —le decía a la pequeña Mely de la foto, como si ésta pudiera oírlo—. Pero… no quiero que por culpa de un… bastardo… como fue mi hermano… te pierda, como pasó con tu madre Jolly.
Una pequeña y solitaria lágrima, de completa tristeza, resbaló por la mejilla del hombre. Soltó otro suspiró, jurándose que cuando volviera su sobrina, le ofrecería disculpas. Dejó el marco de la foto de nuevo en la mesita y se levantó, para desempacar las cosas restantes de las cajas.
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Ya en las calles, en dirección a la academia, Melanie caminaba con el ceño fruncido. No entendía porque su tío era tan… ¡Aish! ¡Simplemente no soportaba discutir con el y sobre todo por tonterías así! ¿Por qué él no podía entender que ella ya era una chica grande? ¿Qué no debía reclamarle por su forma de vestir, ni tampoco exagerar tanto? El sabía bien que ella sólo usaba falda, cuando fuera altamente necesario, como para ir a las escuelas y eso. Melanie se llevó una mano a sus mejillas, para secar velozmente las pequeñas lágrimas de rabia. ¡Encima de eso, odiaba llorar por estupideces como esas! Pero simplemente no podía evitarlo, eso era lo malo de ser tan sensible.
De pronto la chica salió de sus pensamientos, al escuchar un grito de dolor, junto a unas risas. Al seguir dichos sonidos, cruzando una esquina de la calle, observó a 3 personas. Dos eran Vincent y Jack, los cuales parecían discutir con alguien decidido y valiente, para su baja estatura… ¡momento! ¿Baja estatura? Melanie se sorprendió de ver que se trataba del pequeño Oz, el cual tenía un pequeño moretón en su mejilla derecha. El Vessalius más joven parecía mirar con decisión en sus ojos esmeraldas a los del P-3, gritándole primero a Vincent «¡Retira lo que dijiste de mi hermana!», sólo para recibir un codazo en su vientre, de parte del nombrado. Oz se quejó y no tuvo tiempo de reaccionar, ya que su primo Jack lo sujetó del cuello de su camisa, dispuesto a darle un puñetazo. El pequeño Oz cerró los ojos, esperando recibir el golpe. Pero velozmente Mely se interpuso y detuvo, con cierto esfuerzo pero lográndolo, el puño de un sorprendido Jack.
—Me… Mely-chan… —Oz parecía igual de sorprendido, al ver la intervención de la peli-blanca.
—Vaya, vaya. Pero si es “la nueva” —decía Jack, con sonrisa socarrona y a modo de saludo—. ¿Qué te trae por aquí?
—¡Eso no te incumbe! —le gritó desafiantemente la oji-azul, soltando su puño y haciendo que soltara el cuello de la camisa de Oz—. ¿Cómo se atreven a golpear a Oz? ¡Y dos contra uno, encima!
—¡Bah! —Soltó Vincent, alzándose de hombros y cerrando sus ojos, con indiferencia—. Ese mocoso fue el que inició, solo porque dije que su hermana era tan proporcionada y se veía tan buena, que me provocaba…
Pero antes de acabar esa oración, Oz se intentó arrojar hacia el P-3 de cabellera dorada, pero Mely lo sujetó de los hombros y aunque bien sabía lo que Vincent estuvo a punto de decir, sintiendo la misma rabia, le dijo que no valía la pena. Oz se calmó, de mala gana, aún mandándole al Nightray una mirada de furia. Jack alzó una ceja, mirando a la chica sin entender porque defendía tanto a su primo/mocoso. No pudo evitar, al igual que Vincent, examinar el cuerpo de la chica de arriba abajo. Ambos habían notado que ya llevaba el uniforme femenino de la academia… también pensando en que se veía realmente buena (en el sentido negativo) con dicho uniforme.
El Vessalius mayor sonrió de lado, con las manos en los bolsillos de su chaqueta—. Oye, muñeca…
—“Melanie” —corrigió la Baskerville, mirándolo con fastidio—. Mi nombre es “Melanie”, no “muñeca”, ¿oíste?
Jack soltó una carcajada divertida. Chica difícil, le encantaban las de ese tipo—. Claro, claro, me retracto… “Melanie”~
Para sorpresa e incomodidad de la muchacha, el Vessalius mayor se acercó mucho a ella, acorralándola contra la pared de la calle, posando una de sus manos sobre dicha pared. Oz aunque intentó ayudar, Jack le envió una fría mirada, provocando que el pequeño rubio se quedara congelado. Las miradas de Jack serio eran una cosa, pero las frías que mandaba para que no se entrometieran, en verdad asustaban. Luego centró su mirada fijamente en las perlas celestes de ella, con sus orbes esmeraldas casi devorándola. Si Mely no hubiera aprendido el auto-control, le habría dado tremendo empujón al cochino rubio ese, pero se limitó a cruzarse de brazos, mirándolo con fastidio.
—¿Qué tanto me ves? —preguntó secamente. Jack soltó una leve risa, un poco tétrica y pícara. Aunque Mely no lo mostrara en su rostro, estaba muy nerviosa, pero se hacía la chica ruda.
—Nada, solo… acabo de notar lo bien que te queda ese uniforme, preciosa~
—¡Ya te dije que me llamó “Melanie”!
—Correcto, correcto —asentía Jack, como si fuera una leí absoluta. Pero luego la miró seriamente—. Dime una cosa, ¿por qué defiendes tanto a ese mocoso?
Preguntó señalando con un movimiento de cabeza a Oz, Mely suspiró y dijo «Porque él es mi amigo» como si fuera la cosa más obvia del mundo. Oz ciertamente se sorprendió y sonrojo levemente, bajando su mirada hacia el suelo. Jack duró unos minutos en silencio, mirando a Mely, luego a Oz y después nuevamente a Mely, para al final soltar una leve risa burlona.
—¿Amigo, dices? —acercó un poco más su rostro al de ella, incomodándola más, aunque Mely disimulaba bien—. Claro… ustedes dos se llevan perfectamente. Ambos son extraños, mi primo lo es por enojarse tan fácilmente, a pesar de no poder defender a los que quiere—. Oz dio un leve respingo, sintiéndose algo triste por las palabras de su primo—. Y tú lo eres por… ser como eres, además de que te dejaste ligar por el prof. Gilbert en tu primer día, traviesilla~
Mely pensó un «Maldito bastardo», frunciendo mucho más el ceño. Pero antes de que dijera algo más, Jack se acercó muchísimo más a ella, con sus labios muy cerca de los de ella y tocándole uno de los hombros a ella con su mano izquierda y con la izquierda tocando su mentón. Sonrió al notar el inevitable rubor en el rostro de la peli-blanca.
—Pero… admito que las chicas extrañas… —Jack lamió con gula el labio inferior de la chica, aumentando el sonrojo de parte de ésta y susurró, acabando su oración—. Me resultan sexys~
Al reaccionar ante ese claro insulto, Mely no pudo evitar detener su acto reflejo, por lo que le dio una fuerte bofetada al Vessalius mayor, cuyo eco resonó por 3 segundos. Todos los presentes, (incluido Vincent que tenía sus brazos cruzados y ojos muy abiertos), se quedaron en silencio por la sorpresa. Mely conservaba su semblante furioso, mirando fijamente a Jack. Éste por su parte, giró su mirada hacia ella con lentitud y expresión seria. Sus ojos verdes estaban entrecerrados y tenía una ceja levemente alzada, así como la mejilla derecha enrojecida, por la reciente bofetada.
Un nervioso Oz en cuyo rostro se adornaba el miedo, con ojos totalmente abiertos y pupilas contraídas, con varias gotitas de sudor resbalando por su rostro y sus manos temblando levemente, solo pudo pronunciar un leve y tembloroso «Me… Mely-chan…». Antes de reaccionar, sujetando una de las muñecas de la peli-blanca, tirando con todas sus fuerzas de ella y saliendo corriendo gritando «¡¡Vámonos de aquí!!». Dejando atrás a un Vincent aún perplejo y a un Jack sereno por fuera, pero realmente furioso por dentro y cuya vena palpitante, a un costado de su cabeza lo demostraba.
~Continuara~