Espero guste. El título no se entenderá por ahora, pero ya se entenderá.
Capítulo 1. Desprecio.
Era un día como cualquier otro. El sol brillaba, había leves vientos provenientes del sudoeste –los cuales eran fríos por el océano que no estaba muy lejos de allí-.
Paseaba por el bosque un muchacho de pelo negro azabache, muy brillante. Contrastaba con sus ojos verde esmeralda. Parecía que ambos estaban peleando por ver quien brillaba más. Su pelo no era muy largo; su flequillo estaba siempre hacia un lado por los vientos que había en la zona, su pelo se había acostumbrado a ese lado, al igual que el muchacho de ojos verdes; por eso siempre lo peinaba igual.
En fin, el chico parecía caminar sin rumbo por ese pequeño bosque; con flores en el pasto, y hermosos árboles tales como duraznos y paraísos. Las flores que caían de vez en cuando daban una hermosa impresión de ese bosque. De pronto, el chico ve una manzana en un árbol. Tenía un poco de hambre, por lo que intentó subir al árbol. Él estaba acostumbrado a ese tipo de árboles, así que no le fue difícil escalarlo. Tomó la manzana, pero esta era un poco extraña; nunca había visto una manzana como esa; esta era roja, pero tenía una parte blanca también... Sin saber que era, intentó darle una mordida, pero era muy dura. El niño de cabellos negros-azulados por el sol supuso que era una piedra preciosa. Quiso regresar a su casa para enseñarle su madre el tan valioso descubrimiento que encontró en un árbol.
Con solo guiarse por los árboles y el suelo el sabía donde estaba, pues el niño siempre paseaba por ese bosque cuando se aburría –en ese bosque siempre encontraba algo nuevo por más de visitarlo todos los días-
Al salir del bosque estaba en un no muy gran pueblo; con hermosas chozas no muy grandes, pero tampoco tan pequeñas. El suelo era de un bello césped verde, un hospital-hotel mixto, para pokémon y para personas, en forma de choza también, pero esta un poco más grande que las demás. El alquiler de las habitaciones para los viajeros no era muy caro, y si no se tenia dinero se podía trabajar unos días para pagar las pequeñas deudas. Corrió sosteniendo con fuerza la pequeña piedra preciosa que él había encontrado y entró a una casa. Había un sofá color amarillo suave, y dos sillones del mismo color en forma de círculo, en medio había una mesita de café con un teléfono y unas flores color rosa –que había traído el niño de aquél bosque, provenientes del durazno-. Cerca de las flores había un porta-retrato con la foto de un muchacho de ojos verdes como el chico. Pero el pelo de éste no era negro azabache, sino de un color rubio oscuro.
Rápidamente llamó a su madre, y le enseñó la piedra preciosa.
-¡Mamá! He encontrado una piedra preciosa en el bosque, ¡mira, mira!.
Su mamá fue corriendo, pues, pensaba que era una piedra colorida de las tantas que hay, pero estaba preocupada por su hijo, que se había escapado de nuevo.
-¡Yoru! ¡Sabes que no me gusto que te vayas sin mi permiso a ese bosque!.- Pese a la edad de Yoru, estaba preocupada. La madre tenía los ojos verdes como su hijo, pero su pelo era rubio oscuro como el chico de la foto de la mesita de café. –En fin, a ver que es lo que trajiste.- Dijo su madre con una sonrisa.
- Mira que bonita es.- Dijo el chico sacando de su bolsillo la piedra, la había guardado justo después de entrar pues quería darle una sorpresa a su mamá.
Su mamá observó la piedra, pero no sabía lo que era, aconsejó a su hijo a ir con cuidado con el profesor de no muy lejos de su casa, pues podía ser un descubrimiento científico, encontrar piedras preciosas parecidas a una manzana cerca de un árbol no era normal.
Salió de su casa, y se dirigió a una choza con un cartel que decía: “LAB.” En el camino se cruzaron unos chicos el cual Yoru no conocía; los ignoró y siguió caminando, cuando uno se interpuso en su camino y entre los cinco chicos rodearon a Yoru, el cual no sabía que hacer.
-¿Qué llevas ahí?.- Dijo un chico con una gorra hacia atrás.
-Nada.- Contestó firmemente Yoru.
-Pues danos ese nada.- Dijo otro de los chicos con el pelo rizado, estaba detrás de Yoru por lo que se dio vuelta.
-No.- Contestó, de nuevo con firmeza, Yoru
Los chicos se fueron acercando más a él, con sus puños preparados. Yoru no era ningún tonto y se dio cuenta de esto, guardó la extraña piedra en su bolsillo y él preparó sus pies.
Se desató una pelea, los chicos intentaban tocar a Yoru pero les era muy costoso por los reflejos de este chico, Yoru intentaba no pelar, y hacer que se golpearan entre ellos. Lo logró con dos, pero seguían peleando los otros tres. Se acercó uno con un gran puño, y se defendió parando el golpe con su pie. Dio una medialuna y le pegó una patada en la barbilla, este cayó.
Luego venían los últimos dos que quedaban. Uno por detrás y el otro por delante con sus puños apuntando a la cara de Yoru. Este simplemente se hizo a un lado cuando estaban muy cerca y se pegaron entre si. Lo único que el hizo fue defenderse, nadie podía decirle nada, era muy inteligente en ese sentido.
Llegó a la choza con el cartel característico de “LAB.” Y, como bien que lo habían educado, tocó la puerta y pasó. Dentro había muchacha con ropa muy formal. Yoru llevaba un jean con una remera mangas largas color verde manzana, como sus zapatillas.
La muchacha le preguntó que necesitaba, a lo que Yoru contestó con un simple “Necesito preguntarle una cosa al profesor”.
La “secretaria” lo hizo pasar y lo dejó en la sala de espera; con tres sofás de color rojo; y una alfombra del mismo color, en el centro había una pequeña mesa con revistas de todo tipo. El piso era de madera. Había un escritorio con papeles y una computadora en la que estaba trabajando la secretaria que lo hizo pasar.
Tomó una revista y empezó a leerla, no le interesaba el tema, solo la leía para pasar el rato; cuando la chica anunció al chico que pasara por el pasillo y doblara a la izquierda en la segunda puerta. Era su turno de visitar al profesor y comentarle sus dudas.
Entró, había muchos libros y papeles por todos lados, también escritorios. El profesor saludó estrechando la mano de Yoru y el muchacho anunció sus dudas:
-He encontrado esta especie de piedra preciosa... No tengo idea de cual o que sea.
El profesor miró un tanto extrañado la piedra.
-¿Donde la encontraste?.
- En el bosque, en un árbol.
- Pero si esto es...
¿Quieres saber que es la piedra preciosa de Yoru? ¡Descúbrelo en el próximo capítulo, “Amistad”!
7 días.
- AlanyMogad
- Eximid@ en Bruno II
- Mensajes: 546
- Registrado: Vie Nov 16, 2007 4:35 pm
Re: 7 días.
Además de pequeñísimos errores ortográficos que no se notan mucho (y me extraña de tí porque tienes muy buena ortografía), me he quedado con la duda de la piedra-manzana xD. Y me gustó, aunque sólo es el primer capítulo. Sólo me queda decirte síguelo que ya me enganché ^^.
^^CUTE'S WORLD RLZ^^
EDITADO Razón : contener cosas que no me gustaron ni a mí ni a otras personas (no, extra terrestres no xD).
^^CUTE'S WORLD RLZ^^
^^CUTE'S WORLD RLZ^^
EDITADO Razón : contener cosas que no me gustaron ni a mí ni a otras personas (no, extra terrestres no xD).
^^CUTE'S WORLD RLZ^^
- Dexim
- Reivindicad@ ante Blanca
- Mensajes: 348
- Registrado: Vie Ene 25, 2008 1:06 pm
Re: 7 días.
Capítulo 2: Amistad.
El profesor no emitió sonido, tocó una parte blanca; lo que hizo que se agrandara. Yoru se asombró bastante cuando vio al profesor lanzar con gran rapidez la piedra preciosa al suelo, despidiendo de si un gran rayo de color blanco que poco a poco fue tomando una forma bastante rara. No dio tiempo ni a pensar cuando ya había salido una especie de zorro colorado con un pelaje muy suave y brillante.
- Esto es una pokéball.- El profesor terminó la frase que había empezado minutos antes.
- ¿Qué es eso, y esto?.- Dijo Yoru refiriéndose a la “pokéball” y a la cosa extraña que salió de la “pokéball”.
- Es una especie de cápsula que almacena pokémon dentro; ¿nunca habías escuchado hablar de ellas?.
- La verdad, nunca. Aunque mi hermano viajó con para ser maestro pokémon, nunca escuché de ellas.- Dijo acomodando su flequillo Yoru, que ya le molestaba un poco en los ojos.
- Lo que ha salido es un pokémon.- Dijo intentando volverlo a la “pokéball”.
Intentó volver a su pokéball a la pequeña zorrita, pero no lo logró. Se dio cuenta que era niña al notar sus pestañas, que eran un poco mas grandes de lo normal.
- Eh, Yoru. Como no ha podido regresar significa que ya es libre, pues nadie lo ha cuidado. Según las leyes debemos abandonarlo en donde lo encontraste.
- Eh... profesor... ¿Es necesario que lo abandonemos a la pobrecita?, ¿no podría quedármela?.- Dijo mirando a la pequeña zorrita, la cual se refugiaba detrás de las piernas de Yoru.
- ¡Por supuesto que sí! Me agrada que quieras tener tu primer pokémon, Yoru.- Dijo con una sonrisa de oreja a oreja el profesor. Lo único que debes hacer es capturarlo, solo arroja la pokéball; si el quiere ser tu mascota, no se opondrá y se quedará dentro.
Acto seguido Yoru lanzó la pokéball cerca de la zorrita, la pokéball despegó un rayo rojo, atrapando a la zorra dentro. Acto seguido tocó el botón tal y como lo hizo el profesor antes; salió, de la misma forma que antes, el pokémon hacia el suelo. Este parecía estar feliz con su nuevo amo.
- Ya es tuyo, espero poder resolver tus dudas con eso.- Dijo regalándole un guiño al chico de cabellos oscuros.
- ¿Cómo es su nombre, o debo ponerle uno?.
- Simplemente Vulpix.
Salió por la puerta, y vio a la secretaria que lo miraba de reojo al pasar
Tenía al Vulpix en brazos, acariciando su aterciopelado pelaje, mientras que también lo abrazaba de vez en cuando. La pequeña zorrita colorada sonreía de felicidad, pues hacía mucho tiempo que nadie la abrazaba, mimaba y daba cariñitos como Yoru lo hacía.
Yoru volvió a su casa, y le enseñó a su madre su “primer pokémon”:
-Mary, ¡mira que bonito el pokémon que me ha regalado el profesor! Como no tenía ningún dueño pues me lo ha obsequiado. Yoru lo dejó en el suelo
-¡Pues es muy bonito! ¡Ahora si quieres puedes ser entrenador como tu hermano, o ser coordinador; como los de la tele!... Se que haz crecido desde que se fue... Y he estado pensándolo, ya no eres un niño. Confiaré en ti; mañana mismo puedes irte. Se que es tu sueño.- Dijo su madre con una lágrima corriendo en su mejilla.
Los ojos verdes del chico empezaron a nublarse, emitiendo un exquisito brillo que pronto fueron cayendo en forma de agua.
La pequeña Vulpix observaba la tan conmovedora situación.
- Está bien. Cumpliré mi sueño y el de papá, que no pudo cumplirlo.- Dijo entre lágrimas Yoru. –Voy a hacer las maletas, para poder despedirme de todos hoy.
Su madre dijo que si moviendo su cabeza.
Pasó por una puerta de madera, con una pequeña ventana y entró a lo que parecía ser su cuarto: piso de madera, paredes de madera también; la cama tenia una frazada color amarilla; al lado una mesita de luz con una lámpara del mismo color: amarillo . La ventana daba un hermoso paisaje a un lago, las cortinas también eran amarillas. El ropero tenía pegatinas de estrellas. Un escritorio con alguna que otra chuchería.
En el piso había una alfombra amarilla también, todo combinaba con todo.
Yoru se acercó a la cama, se agachó y de debajo sacó una mochila color verde esmeralda. Puso cosas esenciales tales como desodorante, ropa –no mucha, pues no cabían muchas cosas- además de un jabón envuelto, toalla y cosas por el estilo.
Yoru no se dio cuenta pero Vulpix lo estuvo siguiendo, al darse cuenta de esto, paró lo que estaba haciendo y dio una caricia a la zorrita, luego, continuó con su empaque.
Era la hora de cenar cuando había terminado. Yoru miró el reloj de su cuarto y esperó al llamado de su madre, siempre a la misma hora.
-¡Yoruuu! ¡A cenaar!.
Salió por la puerta, con la pequeña zorrita siguiéndolo. Yoru y su mamá se habían sentado a comer, y a charlar. Vulpix comía, de vez en cuando, alguna porción que Yoru quería compartir con su nueva mascota.
- Mamá, te extrañaré...- Dijo con una sonrisa falsa en el rostro el muchacho, pues no quería poner triste a nadie en el comedor.
- Yoru... Puedes enviarme cartas, podemos hablar juntos, nunca estarás solo. Siempre estará Vulpix contigo, y yo no te abandonaré.
- Te amo, mamá
- Yo también te amo, Yoru.
La relación que tenían Mary y Yoru era muy grande. Su padre, ya fallecido, quería muchísimo a su madre y a sus dos hijos. La familia era muy unida.
Cuando terminaron de comer, Yoru se dirigió a su habitación, se acostó con Vulpix sobre sus piernas y pronto se durmió. Su madre, al contrario, no pudo dormir mucho, quizás durmió unas dos horas.
Suena el despertador, ocho treinta. Hora de levantarse. Y por ende, también hora de la despedida.
Rápidamente, Yoru se levantó y vistió con un jean, una camiseta azul marino, en todos lados decía, con letras blancas, “OBEY! OBEY! OBEY!”. Zapatillas de color azul marino también. Fue al baño, decorado de color rosado: las cortinas de peces rosa, y toallas rosas también. Salió del baño y su madre estaba preparando el desayuno.
-Hola má.- Yoru se acomodó su flequillo mientras le daba un beso en la mejilla a su madre
- Hola Yoru.- Dijo con una sonrisa Mary.
Se sentó en la mesa con Vulpix, acariciándola.
-Hoy tengo una sorpresa para ti, Vulpix~.- Mary se acercaba a la alacena y sacaba una caja que al parecer, tenía cereales. -¡Cereales para pokémon fuego!
Lo sirvió en un plato de esos para mascotas, Yoru se preparaba su cereal mientras Mary consentía a Vulpix. Su desayuno fue un tazón con leche y cereales de formas de pokémon. Su mamá, en cambio, hizo tostadas con jalea casera de baya Meloc. Ellos tenían un árbol de bayas meloc, así que podían asegurar que la mermelada no tenía químicos ni nada de esas cosas que agregan para que crezcan más rápido, mas grandes y un largo etcétera.
Terminaron de desayunar y Yoru dio un largo abrazo a su madre
-Adiós mamá, te amo.
- Yo también te amo, Yoru.
Salió, ya preparado con Vulpix caminando cerca de él. Empezó a caminar, y en el camino se despedía de su pueblo, el cual era muy unido.
-Vulpix, ahora caminaremos por la pradera y quizás encontremos algún pokémon.
La pequeña Vulpix dijo "si" moviendo su cabeza.
Empezaron a caminar sin prisas hacia una pradera con pastos verde-amarillentos y algún que otro arbusto. Caminaron un tiempo y de pronto se vio a lo lejos un cartel que decía, en letras verde manzana: “PRADERA ALGODÓN”. Bueno, como su nombre lo indicaba, en el aire se veían algodones blancos y suaves. Al caminar, no aparecía pokémon alguno, pero esto en vez de inquietar, tranquilizaba a Yoru. Pues nunca había peleado con ningún pokémon.
De repente aparece alguien corriendo a toda velocidad detrás de nuestro protagonista, Yoru se asusta y empieza a correr. Vulpix, tratando de defender a su entrenador, lanza unas pequeñas llamas de su boca. Las cuales fueron en vano.
Yoru recordó a Vulpix, y corrió en dirección opuesta a donde empezó a correr antes. El tipo ya estaba cerca, por lo que se asustaron aún más. Pronto se distinguió una cara conocida: el profesor. Ya calmados se quedaron parados esperando al profesor. ¡Era un alivio saber que era conocido!
Cuando llegó, saludó y, jadeante, dijo que tenía algo para él.
-Yoru, olvidé darte esto.- Dijo sacando una pokédex (Yoru había estudiado de ellas en libros) y seis pokéball (también había leído de ellas)
- Pues, no debió haberse molestado tanto en esto, pero ya que lo ha hecho, muchísimas gracias.
Guardó sus pokéball en su mochila, se despidió del profesor y continuó su caminata
Luego de un rato caminar, se oye un movimiento de los pastos, los algodones no ayudaban con el miedo de Vulpix.
De repente, un pequeño pokémon rosado salta de los pastos. Se queda quieto mientras rápidamente, Yoru saca su pokédex
“Para evitar ser arrastrados por el viento, se reúnen en grupos, aunque adoran las brisas suaves.”. Como no había viento, era de suponerse que no estaban en grupo.
El pokémon, por miedo, se lanzó a por el Vulpix. Éste evitó el golpe. Yoru, sin miedo ordenó a su pokémon que usara su ataque ascuas. Éste obedeció y soltó unas leves flamas de su boca. No era muy poderoso, pero si efectivo.
El pokémon se quedó clavado en el suelo. Yoru no resistió la pena de dejar un pokémon solo, y le lanzó una pokéball tal y como lo había hecho el profesor antes.
TIC
.
.
.
.
.
.
.
.
.
TIC
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
TIC.
.
.
.
.
.
.
.
.
...
¿Quieres saber que pasó con el pokémon misterioso? ¡Descúbrelo en el próximo capítulo: Pétalo!
El profesor no emitió sonido, tocó una parte blanca; lo que hizo que se agrandara. Yoru se asombró bastante cuando vio al profesor lanzar con gran rapidez la piedra preciosa al suelo, despidiendo de si un gran rayo de color blanco que poco a poco fue tomando una forma bastante rara. No dio tiempo ni a pensar cuando ya había salido una especie de zorro colorado con un pelaje muy suave y brillante.
- Esto es una pokéball.- El profesor terminó la frase que había empezado minutos antes.
- ¿Qué es eso, y esto?.- Dijo Yoru refiriéndose a la “pokéball” y a la cosa extraña que salió de la “pokéball”.
- Es una especie de cápsula que almacena pokémon dentro; ¿nunca habías escuchado hablar de ellas?.
- La verdad, nunca. Aunque mi hermano viajó con para ser maestro pokémon, nunca escuché de ellas.- Dijo acomodando su flequillo Yoru, que ya le molestaba un poco en los ojos.
- Lo que ha salido es un pokémon.- Dijo intentando volverlo a la “pokéball”.
Intentó volver a su pokéball a la pequeña zorrita, pero no lo logró. Se dio cuenta que era niña al notar sus pestañas, que eran un poco mas grandes de lo normal.
- Eh, Yoru. Como no ha podido regresar significa que ya es libre, pues nadie lo ha cuidado. Según las leyes debemos abandonarlo en donde lo encontraste.
- Eh... profesor... ¿Es necesario que lo abandonemos a la pobrecita?, ¿no podría quedármela?.- Dijo mirando a la pequeña zorrita, la cual se refugiaba detrás de las piernas de Yoru.
- ¡Por supuesto que sí! Me agrada que quieras tener tu primer pokémon, Yoru.- Dijo con una sonrisa de oreja a oreja el profesor. Lo único que debes hacer es capturarlo, solo arroja la pokéball; si el quiere ser tu mascota, no se opondrá y se quedará dentro.
Acto seguido Yoru lanzó la pokéball cerca de la zorrita, la pokéball despegó un rayo rojo, atrapando a la zorra dentro. Acto seguido tocó el botón tal y como lo hizo el profesor antes; salió, de la misma forma que antes, el pokémon hacia el suelo. Este parecía estar feliz con su nuevo amo.
- Ya es tuyo, espero poder resolver tus dudas con eso.- Dijo regalándole un guiño al chico de cabellos oscuros.
- ¿Cómo es su nombre, o debo ponerle uno?.
- Simplemente Vulpix.
Salió por la puerta, y vio a la secretaria que lo miraba de reojo al pasar
Tenía al Vulpix en brazos, acariciando su aterciopelado pelaje, mientras que también lo abrazaba de vez en cuando. La pequeña zorrita colorada sonreía de felicidad, pues hacía mucho tiempo que nadie la abrazaba, mimaba y daba cariñitos como Yoru lo hacía.
Yoru volvió a su casa, y le enseñó a su madre su “primer pokémon”:
-Mary, ¡mira que bonito el pokémon que me ha regalado el profesor! Como no tenía ningún dueño pues me lo ha obsequiado. Yoru lo dejó en el suelo
-¡Pues es muy bonito! ¡Ahora si quieres puedes ser entrenador como tu hermano, o ser coordinador; como los de la tele!... Se que haz crecido desde que se fue... Y he estado pensándolo, ya no eres un niño. Confiaré en ti; mañana mismo puedes irte. Se que es tu sueño.- Dijo su madre con una lágrima corriendo en su mejilla.
Los ojos verdes del chico empezaron a nublarse, emitiendo un exquisito brillo que pronto fueron cayendo en forma de agua.
La pequeña Vulpix observaba la tan conmovedora situación.
- Está bien. Cumpliré mi sueño y el de papá, que no pudo cumplirlo.- Dijo entre lágrimas Yoru. –Voy a hacer las maletas, para poder despedirme de todos hoy.
Su madre dijo que si moviendo su cabeza.
Pasó por una puerta de madera, con una pequeña ventana y entró a lo que parecía ser su cuarto: piso de madera, paredes de madera también; la cama tenia una frazada color amarilla; al lado una mesita de luz con una lámpara del mismo color: amarillo . La ventana daba un hermoso paisaje a un lago, las cortinas también eran amarillas. El ropero tenía pegatinas de estrellas. Un escritorio con alguna que otra chuchería.
En el piso había una alfombra amarilla también, todo combinaba con todo.
Yoru se acercó a la cama, se agachó y de debajo sacó una mochila color verde esmeralda. Puso cosas esenciales tales como desodorante, ropa –no mucha, pues no cabían muchas cosas- además de un jabón envuelto, toalla y cosas por el estilo.
Yoru no se dio cuenta pero Vulpix lo estuvo siguiendo, al darse cuenta de esto, paró lo que estaba haciendo y dio una caricia a la zorrita, luego, continuó con su empaque.
Era la hora de cenar cuando había terminado. Yoru miró el reloj de su cuarto y esperó al llamado de su madre, siempre a la misma hora.
-¡Yoruuu! ¡A cenaar!.
Salió por la puerta, con la pequeña zorrita siguiéndolo. Yoru y su mamá se habían sentado a comer, y a charlar. Vulpix comía, de vez en cuando, alguna porción que Yoru quería compartir con su nueva mascota.
- Mamá, te extrañaré...- Dijo con una sonrisa falsa en el rostro el muchacho, pues no quería poner triste a nadie en el comedor.
- Yoru... Puedes enviarme cartas, podemos hablar juntos, nunca estarás solo. Siempre estará Vulpix contigo, y yo no te abandonaré.
- Te amo, mamá
- Yo también te amo, Yoru.
La relación que tenían Mary y Yoru era muy grande. Su padre, ya fallecido, quería muchísimo a su madre y a sus dos hijos. La familia era muy unida.
Cuando terminaron de comer, Yoru se dirigió a su habitación, se acostó con Vulpix sobre sus piernas y pronto se durmió. Su madre, al contrario, no pudo dormir mucho, quizás durmió unas dos horas.
Suena el despertador, ocho treinta. Hora de levantarse. Y por ende, también hora de la despedida.
Rápidamente, Yoru se levantó y vistió con un jean, una camiseta azul marino, en todos lados decía, con letras blancas, “OBEY! OBEY! OBEY!”. Zapatillas de color azul marino también. Fue al baño, decorado de color rosado: las cortinas de peces rosa, y toallas rosas también. Salió del baño y su madre estaba preparando el desayuno.
-Hola má.- Yoru se acomodó su flequillo mientras le daba un beso en la mejilla a su madre
- Hola Yoru.- Dijo con una sonrisa Mary.
Se sentó en la mesa con Vulpix, acariciándola.
-Hoy tengo una sorpresa para ti, Vulpix~.- Mary se acercaba a la alacena y sacaba una caja que al parecer, tenía cereales. -¡Cereales para pokémon fuego!
Lo sirvió en un plato de esos para mascotas, Yoru se preparaba su cereal mientras Mary consentía a Vulpix. Su desayuno fue un tazón con leche y cereales de formas de pokémon. Su mamá, en cambio, hizo tostadas con jalea casera de baya Meloc. Ellos tenían un árbol de bayas meloc, así que podían asegurar que la mermelada no tenía químicos ni nada de esas cosas que agregan para que crezcan más rápido, mas grandes y un largo etcétera.
Terminaron de desayunar y Yoru dio un largo abrazo a su madre
-Adiós mamá, te amo.
- Yo también te amo, Yoru.
Salió, ya preparado con Vulpix caminando cerca de él. Empezó a caminar, y en el camino se despedía de su pueblo, el cual era muy unido.
-Vulpix, ahora caminaremos por la pradera y quizás encontremos algún pokémon.
La pequeña Vulpix dijo "si" moviendo su cabeza.
Empezaron a caminar sin prisas hacia una pradera con pastos verde-amarillentos y algún que otro arbusto. Caminaron un tiempo y de pronto se vio a lo lejos un cartel que decía, en letras verde manzana: “PRADERA ALGODÓN”. Bueno, como su nombre lo indicaba, en el aire se veían algodones blancos y suaves. Al caminar, no aparecía pokémon alguno, pero esto en vez de inquietar, tranquilizaba a Yoru. Pues nunca había peleado con ningún pokémon.
De repente aparece alguien corriendo a toda velocidad detrás de nuestro protagonista, Yoru se asusta y empieza a correr. Vulpix, tratando de defender a su entrenador, lanza unas pequeñas llamas de su boca. Las cuales fueron en vano.
Yoru recordó a Vulpix, y corrió en dirección opuesta a donde empezó a correr antes. El tipo ya estaba cerca, por lo que se asustaron aún más. Pronto se distinguió una cara conocida: el profesor. Ya calmados se quedaron parados esperando al profesor. ¡Era un alivio saber que era conocido!
Cuando llegó, saludó y, jadeante, dijo que tenía algo para él.
-Yoru, olvidé darte esto.- Dijo sacando una pokédex (Yoru había estudiado de ellas en libros) y seis pokéball (también había leído de ellas)
- Pues, no debió haberse molestado tanto en esto, pero ya que lo ha hecho, muchísimas gracias.
Guardó sus pokéball en su mochila, se despidió del profesor y continuó su caminata
Luego de un rato caminar, se oye un movimiento de los pastos, los algodones no ayudaban con el miedo de Vulpix.
De repente, un pequeño pokémon rosado salta de los pastos. Se queda quieto mientras rápidamente, Yoru saca su pokédex
“Para evitar ser arrastrados por el viento, se reúnen en grupos, aunque adoran las brisas suaves.”. Como no había viento, era de suponerse que no estaban en grupo.
El pokémon, por miedo, se lanzó a por el Vulpix. Éste evitó el golpe. Yoru, sin miedo ordenó a su pokémon que usara su ataque ascuas. Éste obedeció y soltó unas leves flamas de su boca. No era muy poderoso, pero si efectivo.
El pokémon se quedó clavado en el suelo. Yoru no resistió la pena de dejar un pokémon solo, y le lanzó una pokéball tal y como lo había hecho el profesor antes.
TIC
.
.
.
.
.
.
.
.
.
TIC
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
TIC.
.
.
.
.
.
.
.
.
...
¿Quieres saber que pasó con el pokémon misterioso? ¡Descúbrelo en el próximo capítulo: Pétalo!
- Danot Okino
- Reverenciad@ por L.T.Surge
- Mensajes: 45
- Registrado: Sab Dic 19, 2009 6:35 pm
Re: 7 días.
Bueno, leído ya o.o
Capítulo 1: Presentación de Yoru, quien paseando por el bosque y buscando saciar su hambre extrajo de un árbol una manzana que no lo era, sino más bien una extraña "piedra" roja y blanca, la que sin dudar llevó para mostrar a su madre; ésta, no sabiendo de qué se trataba, le instó a visitar a un científico que trabajaba relativamente cerca, con lo que el chico se dirigió hacia ese lugar, no sin antes lidiar con un quinteto de revoltosos de los que se defendió de manera que ellos mismos terminaron dejándose maltrechos; con eso solucionado, llegó a su destino, y tras una corta espera fue atendido... aparentemente dicho profesor sabe de qué se trata, aunque por su sorpresa, podría saberlo sólo de libros, pero ya veremos xD
Capítulo 2: La dichosa joya resultó ser en realidad una Pokébola que contenía a una Vulpix posiblemente abandonada hace mucho, de la que Yoru decidió encargarse; regresando a casa para mostrarle a Mary (su madre) a su nueva amiga, ésta le expresó su aprobación para que el chico iniciara su viaje, como había hecho su hermano mayor un tiempo atrás, con lo que el protagonista preparó todo para esa travesía. A la mañana siguiente, tras un agradable desayuno familiar, se dio la despedida de ambos, pero poco antes de alejarse del pueblo, el ojiverde fue alcanzado por el profesor, quien le entregó una Pokédex y 6 Pokébolas para su aventura, con lo que ésta prosiguió, con el chico y la zorrita encontrándose a un o una Hoppip que se aprestaron a capturar, pero el desenlace de esto quedó en suspenso owo...
Ahora bien, a nivel técnico, opino que la narración es sencilla y agradable, procurando así una lectura rápida y entretenida (aunque la redacción se puede mejorar mucho, en particular para evitar redundancias que no suenan bien .w.); el manejo descriptivo sin duda resalta, procurando dar buena cantidad de detalles físicos de los personajes y Pokémon, ambientales y un poco de lo que sienten ellos (aunque quizá esto último necesita un poco más de profundización); el ritmo narrativo está bien empleado en el primer episodio y la primera parte del segundo, pero me parece que después se acelera en gran medida (en particular, por el inicio del viaje de Yoru, pero bueno, su madre pudo llevarlo pensando mucho tiempo antes del inicio en sí de esta historia); la caracterizaciones son quizá demasiado sencillas, al menos en otros personajes aparte de Yoru (de él pudimos apreciar algo, aunque tampoco fue mucho), pero tampoco son seres acartonados y unidimensionales (me gustó lo de la unión familiar :3); sin embargo, creo que tus peores enemigos en este relato son la tildación (faltan muchas tildes en ambos episodios, créeme .w.U) y la concordancia (en el segundo), sobre todo porque durante numerosos momentos los personajes y el narrador se referían a Vulpix como un macho, cuando el profesor y éste último ya sabían que era el caso contrario .w.U; y bueno, algo de coherencia, pues un día Yoru no sabe nada de Pokébolas y al siguiente ya parece conocerlas bien, pero bueno, es un inicio bastante original, así que habrá que ver qué pasa (aunque... ¿cómo alguien que aspira a ser un maestro Pokémon no sabe nada acerca de las Pokébolas? .w.U)
En fin, esto es todo por ahora; nos vemos en el próximo post, si es que esto continúa algún día D:
Capítulo 1: Presentación de Yoru, quien paseando por el bosque y buscando saciar su hambre extrajo de un árbol una manzana que no lo era, sino más bien una extraña "piedra" roja y blanca, la que sin dudar llevó para mostrar a su madre; ésta, no sabiendo de qué se trataba, le instó a visitar a un científico que trabajaba relativamente cerca, con lo que el chico se dirigió hacia ese lugar, no sin antes lidiar con un quinteto de revoltosos de los que se defendió de manera que ellos mismos terminaron dejándose maltrechos; con eso solucionado, llegó a su destino, y tras una corta espera fue atendido... aparentemente dicho profesor sabe de qué se trata, aunque por su sorpresa, podría saberlo sólo de libros, pero ya veremos xD
Capítulo 2: La dichosa joya resultó ser en realidad una Pokébola que contenía a una Vulpix posiblemente abandonada hace mucho, de la que Yoru decidió encargarse; regresando a casa para mostrarle a Mary (su madre) a su nueva amiga, ésta le expresó su aprobación para que el chico iniciara su viaje, como había hecho su hermano mayor un tiempo atrás, con lo que el protagonista preparó todo para esa travesía. A la mañana siguiente, tras un agradable desayuno familiar, se dio la despedida de ambos, pero poco antes de alejarse del pueblo, el ojiverde fue alcanzado por el profesor, quien le entregó una Pokédex y 6 Pokébolas para su aventura, con lo que ésta prosiguió, con el chico y la zorrita encontrándose a un o una Hoppip que se aprestaron a capturar, pero el desenlace de esto quedó en suspenso owo...
Spoiler: Mostrar
Ahora bien, a nivel técnico, opino que la narración es sencilla y agradable, procurando así una lectura rápida y entretenida (aunque la redacción se puede mejorar mucho, en particular para evitar redundancias que no suenan bien .w.); el manejo descriptivo sin duda resalta, procurando dar buena cantidad de detalles físicos de los personajes y Pokémon, ambientales y un poco de lo que sienten ellos (aunque quizá esto último necesita un poco más de profundización); el ritmo narrativo está bien empleado en el primer episodio y la primera parte del segundo, pero me parece que después se acelera en gran medida (en particular, por el inicio del viaje de Yoru, pero bueno, su madre pudo llevarlo pensando mucho tiempo antes del inicio en sí de esta historia); la caracterizaciones son quizá demasiado sencillas, al menos en otros personajes aparte de Yoru (de él pudimos apreciar algo, aunque tampoco fue mucho), pero tampoco son seres acartonados y unidimensionales (me gustó lo de la unión familiar :3); sin embargo, creo que tus peores enemigos en este relato son la tildación (faltan muchas tildes en ambos episodios, créeme .w.U) y la concordancia (en el segundo), sobre todo porque durante numerosos momentos los personajes y el narrador se referían a Vulpix como un macho, cuando el profesor y éste último ya sabían que era el caso contrario .w.U; y bueno, algo de coherencia, pues un día Yoru no sabe nada de Pokébolas y al siguiente ya parece conocerlas bien, pero bueno, es un inicio bastante original, así que habrá que ver qué pasa (aunque... ¿cómo alguien que aspira a ser un maestro Pokémon no sabe nada acerca de las Pokébolas? .w.U)
En fin, esto es todo por ahora; nos vemos en el próximo post, si es que esto continúa algún día D:
My other hammer crushes suns.