Prólogo
La furia de Dialga
Era una fría mañana de otoño en la isla de Krohnos, sin nada de especial. Sus habitantes, los Adoradores del Tiempo, hacía tiempo que se habían olvidado de quienes eran y de donde venían. Su antiguo dios, Dialga, había sacado su isla del tiempo para colocarla en un espacio atemporal como recompensa por su devoción.
Sin embargo, la naturaleza del ser humano es débil y egoísta. Los Adoradores descuidaron el culto a su dios cuando descubrieron que en su nuevo hogar no tenían ni peligros ni preocupaciones; eran felices sin necesidad de la protección de un dios.
Dialga había consentido indulgentemente esta actitud por unos dias o por milenios, pues es difícil calcular el tiempo en un lugar donde no existe. Pero nunca más. Su hechizo nunca fue permanente, y estaba decidido a exterminar a aquella débil raza de llorones humanos.
Haruna, un joven muchacho leñador, subía por la Montaña de las Eras, el punto más alto de Krohnos. Estaba decidido a conseguir más leña que su amigo y rival Akake para demostrar que era mejor que él.
Haruna se detuvo un momento para contemplar el firmamento despejado de la isla, y lo que vio lo dejó sin aliento.
En la cúpula celestial había un espectro de un rostro feroz cubierto de acero rugiendo las eras del mundo.
Cuando se giró, Haruna vio cómo la cima de l a montaña empezaba a desintegrarse rápidamente, despidiendo rocas y árboles en espiral. Después una gran roca se abalanzó sobre él y ya no vio nada más.
Proximo capítulo: Algo no va bien
Oscilación de Tiempo
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Oscilación de Tiempo
Última edición por Sesshomaru el Vie Sep 07, 2007 11:38 am, editado 3 veces en total.
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Capítulo 1 Algo no va bien
Un salvaje corría veloz por los llanos. Era media tarde y el sol calentaba el suelo de forma agradable. A Blaziken le gustaba esta hora del día, cuando el sol no deslumbraba pero se veía bien. Sus rápidos pies pisaban rítmicamente, dejando una leve estela detrás.
Blaziken levantó la vista y vio un árbol que se erguía solitario sobre la pradera. Sobre las ramas más altas se adivinaba un resplandor, visible incluso sin los ojos de ave rapaz de Blaziken. Era un , que le hacía señas sin parar. Blaziken esbozó una sonrisa. Tantos años reuniéndose en el mismo lugar y su amigo Infernape todavía se pensaba que no sabría encontrarle. Blaziken suspiró.
Blaziken e Infernape eran viejos amigos. Se conocían desde casi salir del huevo. Ambos tenían los mismos tipos y congeniaban mucho, pero discutían con frecuencia. Ese día Blaziken estaba intranquilo. Esa misma mañana se había presentado un , hijo de Infernape, en el nido de Blaziken. Decía que era urgente e importante que se reunieran en el árbol. Después el Chimchar se fue antes de que pudiera responderle. Blaziken se preguntaba qué podía estar pasando. Al contrario que su amigo, Blaziken nunca había formado una familia, pues le gustaba la soledad, aunque también disfrutaba de la compañía de sus amigos.
-Buenas tardes, viejo amigo. ¿ Es que nunca te enseñaron a llegar puntual ?- dijo Infernape
-Nunca cambiarás, simio- contestó el aludido -¿Por qué me has convocado?
-Como bien sabes, tengo tratos con .-dijo. Blaziquen gruñó. Hacía tiempo que había tenido un accidente con el Lapras que vivía en el lago- Pues bien: los pokémon marinos están preocupados. Dicen que hace ayer por la mañana vieron a reflejado en el lago. Ya sabes lo que eso significa. Dialga ha hecho algún movimiento en el Tiempo. Eso podría ser muy peligroso para todos.
-¡ Debemos alertar a los dioses de los océanos !- exclamó Blaziken, alarmado.
-Eso pensábamos nosotros. un amigo de Lapras se ha internado en las profundidades abisales buscando a .- repuso Infernape.
-Entonces nosotros iremos a buscar a y a .- afirmó Blaziken.
-Exacto. Pongámonos en marcha.
A miles de metros bajo el agua, Sharpedo encontró una figura que nadaba mientras cantaba una melodía. Siguió hasta llegar a Lugia con dificultad, pues la presión estaba causando estragos.
De repente, Lugia se detuvo. Sharpedo contempló la isla hundida que le mostraba, con una gran montaña en el centro cubierta de vegetación.
Krohnos.
Próximo capítulo: Los Grandes Se Reúnen
Un salvaje corría veloz por los llanos. Era media tarde y el sol calentaba el suelo de forma agradable. A Blaziken le gustaba esta hora del día, cuando el sol no deslumbraba pero se veía bien. Sus rápidos pies pisaban rítmicamente, dejando una leve estela detrás.
Blaziken levantó la vista y vio un árbol que se erguía solitario sobre la pradera. Sobre las ramas más altas se adivinaba un resplandor, visible incluso sin los ojos de ave rapaz de Blaziken. Era un , que le hacía señas sin parar. Blaziken esbozó una sonrisa. Tantos años reuniéndose en el mismo lugar y su amigo Infernape todavía se pensaba que no sabría encontrarle. Blaziken suspiró.
Blaziken e Infernape eran viejos amigos. Se conocían desde casi salir del huevo. Ambos tenían los mismos tipos y congeniaban mucho, pero discutían con frecuencia. Ese día Blaziken estaba intranquilo. Esa misma mañana se había presentado un , hijo de Infernape, en el nido de Blaziken. Decía que era urgente e importante que se reunieran en el árbol. Después el Chimchar se fue antes de que pudiera responderle. Blaziken se preguntaba qué podía estar pasando. Al contrario que su amigo, Blaziken nunca había formado una familia, pues le gustaba la soledad, aunque también disfrutaba de la compañía de sus amigos.
-Buenas tardes, viejo amigo. ¿ Es que nunca te enseñaron a llegar puntual ?- dijo Infernape
-Nunca cambiarás, simio- contestó el aludido -¿Por qué me has convocado?
-Como bien sabes, tengo tratos con .-dijo. Blaziquen gruñó. Hacía tiempo que había tenido un accidente con el Lapras que vivía en el lago- Pues bien: los pokémon marinos están preocupados. Dicen que hace ayer por la mañana vieron a reflejado en el lago. Ya sabes lo que eso significa. Dialga ha hecho algún movimiento en el Tiempo. Eso podría ser muy peligroso para todos.
-¡ Debemos alertar a los dioses de los océanos !- exclamó Blaziken, alarmado.
-Eso pensábamos nosotros. un amigo de Lapras se ha internado en las profundidades abisales buscando a .- repuso Infernape.
-Entonces nosotros iremos a buscar a y a .- afirmó Blaziken.
-Exacto. Pongámonos en marcha.
A miles de metros bajo el agua, Sharpedo encontró una figura que nadaba mientras cantaba una melodía. Siguió hasta llegar a Lugia con dificultad, pues la presión estaba causando estragos.
De repente, Lugia se detuvo. Sharpedo contempló la isla hundida que le mostraba, con una gran montaña en el centro cubierta de vegetación.
Krohnos.
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