Creepypasta - Isostar: Control Mental

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pokefan garcia
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Creepypasta - Isostar: Control Mental

Mensajepor pokefan garcia »

¿Te parecía poco con empezar un FanFic? ¡Seeh! Aprovecho que ya se va haciendo tarde aquí en España para colocar esta historieta de terror, que no tiene nada que ver con pokémon, pero es corta, entretenida y bastante... bueno, leed y ya lo iréis viendo vosotros mismos.

ISOSTAR: Control mental


El verano del año 2012 Derek decidió empezar a entrenar. No había ningún motivo especial. Había acabado el curso, tenía mucho tiempo por delante y se propuso ponerse en forma para las vacaciones. Siempre había tenido una constitución delgada, pero últimamente las horas que pasaba delante del ordenador y estudiando le habían pasado factura, a pesar de que sólo tenía 18 años, y empezaba a notársele la barriga.
El primer día sólo pudo dar dos vueltas al parque, durante unos diez minutos, antes de caer exhausto. Sin embargo, a la semana siguiente podía dar tres sin tantos problemas, y un mes y medio después podía aguantar 30 minutos de carrera perfectamente. Su cuerpo quemó con facilidad el exceso de grasa, y fue entonces cuando decidió complementar su entrenamiento con algo de gimnasio. Su padre, que era bombero y aficionado al deporte, apoyó la idea y entre los dos montaron un pequeño gimnasio en el rocho que tenían en el piso de arriba. Tenía una barra, un par de mancuernas, e incluso un banco de pesas. Con ello Derek completó su rutina, y cada día, después de correr media hora, hacía otra media hora de gimnasio.
Derek siempre dejaba una botella de agua en el rocho, ya que entre el calor del verano y la intensidad de la carrera necesitaba hidratarse antes de seguir entrenando. Un día su madre le trajo una bebida nueva para probar, especialmente diseñada para deportistas a juzgar por lo que podía verse en la etiqueta, rica en sales minerales e hidratos de carbono.
Se llamaba Isostar.
Lo más llamativo era su color, un líquido verde brillante, casi fluorescente. Probablemente no te lo beberías si lo encontrases en un frasco cualquiera, pero viniendo de un centro comercial en una botella etiquetada, la cosa cambiaba. Derek lo probó y quedó gratamente sorprendido por su sabor afrutado y refrescante, y rápidamente su botella de agua fue sustituida por varias de Isostar.
Durante un tiempo Derek siguió su rutina de entrenamiento, mejorando más y más, hasta que un día enfermó. La fiebre lo tuvo postrado en la cama durante una semana, y aún tuvo que pasar otra más hasta que se sintiera con fuerzas suficientes para volver a salir a entrenar. Fue ese día cuando empezó su desgracia.
Derek acababa de entrar en el pequeño gimnasio, sediento y agotado. Sin pensarlo, echó mano de la botella de Isostar que tenía empezada desde la semana anterior, y dio unos cuantos tragos. No fue hasta que empezó a calmar su sed cuando se dio cuenta de que algo iba mal. Su sabor era diferente, ya no era dulce, si no amargo y ligeramente ácido. Derek sujetó la botella ante sus ojos, observando su contenido detenidamente. El líquido conservaba su color verde brillante, pero cerca del fondo podía verse una especie de pelusa marrón, flotando entre el líquido.
“Debe de haber cogido moho o algo” pensó Derek, asqueado. La dejó en el suelo mientras terminaba de entrenar, con la intención de tirarla más tarde. Sin embargo, después del último ejercicio, tras observarla durante un rato más, cambio de opinión. “La dejaré aquí unos cuantos días más, a ver si sigue creciendo. Será como un experimento”. Pensó inocentemente. Ojalá la hubiera tirado en ese momento.
Durante los días siguientes Derek mantuvo su curiosidad. Llegaba al gimnasio y observaba la pequeña pelusa en el fondo de la botella. Crecía rápido. Iba extendiéndose poco a poco por todo el líquido, hasta llegar a la superficie. Se volvió más gruesa, hasta el punto de que el líquido pasó de ser verde a marrón. Con el tiempo Derek comenzó a coger ciertas manías, dejándose llevar por una inexplicable fascinación. Abría la botella y aspiraba el aroma del líquido, penetrante y empalagoso, y, sin embargo, extrañamente adictivo. Poco más tarde se aventuró a tocar la nueva sustancia. Ya no era totalmente líquida, sino que tenía una textura grumosa. Sin que se diera cuenta, Derek comenzó a pasar más tiempo observando la botella que entrenando. Un día, dejándose llevar por un impulso, cogió la botella con ambas manos y se la llevó a los labios. Dio un trago, o mejor dicho, mastico, ya que el líquido era demasiado espeso como para tragarlo directamente. Su sabor era más amargo que nunca, y tan ácido que lo notaba arder al bajar por su garganta. Derek bajó la botella y sonrió. Le gustaba.

Durante los próximos días los padres de Derek empezaron a darse cuenta de que algo le estaba pasando a su hijo. Pasaba demasiado tiempo en el gimnasio de arriba y cada vez que llegaba a casa traía más y más botellas de aquella bebida isotónica. Su aspecto comenzó a desmejorar. Tenía la piel pálida y ojeras. Su rostro siempre mostraba la misma expresión crispada, como si estuviera ansioso por algo. Tras su entrenamiento, Derek había desarrollado un cuerpo delgado y fibroso, pero de pronto comenzó a volverse fofo, como un saco lleno de agua. Sin embargo, cada vez que le preguntaban al respecto, Derek se ponía furioso, salía de casa dando un portazo y subía a su gimnasio.
Tras uno de estos arrebatos especialmente violento sus padres siguieron a Derek hasta el gimnasio. Lo que vieron allí los dejó horrorizados.
Toda la habitación estaba encharcada. El Isostar empapaba la alfombra y las pesas, hasta el punto de colarse por debajo de la puerta. El tono verde del líquido estaba atenuado por una especie de hebras marrones, como algas, que cubrían toda la habitación, subiendo incluso por las paredes y el techo. Derek había dejado una gran cantidad de botellas de Isostar destapadas. Algunas permanecían vacías, volcadas por el suelo. Otras, todavía llenas, albergaban en su interior aquella especie de pelusa marrón que flotaba entre el líquido verde del Isostar.
__¿Qué es todo esto? __preguntó el padre, horrorizado. Derek se giró hacia él. Al tensarse por la furia, su cara parecía todavía más hinchada y deforme.
__Déjalos. Tienen que crecer. Necesitan más agua __
Es difícil reaccionar en una situación como esa. Lo primero que pensaron los padres de Derek fue que su hijo había desarrollado algún tipo de esquizofrenia, quizás alguna obsesión que le había llevado a crear una colonia de algas en el rocho de arriba. El padre, todavía en estado de shok, agarró una botella casi llena por completo.
__¡No! __gritó Derek, al tiempo que le arrebataba la botella de las manos. Entonces, ante sus estupefactos padres, comenzó a tragarse todo su contenido, algas incluidas. El líquido marrón y espeso le caía por las comisuras de los labios. Continuó bebiendo hasta que no quedó ni una gota en el en la botella.
__¡Detente ahora mismo! __ordenó la madre. Derek dio un paso hacia atrás, dejando caer la botella al suelo. De repente su cuerpo se convulsionó, y vomitó tras una fuerte arcada. Un fluido marrón y viscoso se unió al que ya inundaba el piso.
Derek se incorporó, mirando de un lado a otro, como un animal acorralado. Cuando su padre alargó una mano para intentar agarrarlo, dio un giro de ciento ochenta grados y corrió hacia la ventana de la habitación. Los cristales se hicieron añicos cuando saltó al vacío.

La habitación estaba a unos cinco pisos de altura, por lo que la muerte fue inmediata. La policía asoció el caso a un trastorno esquizofrénico y se limitó a remitir unas muestras del líquido que inundaba el gimnasio y a esperar el informe de la autopsia. Tras el impacto el cuerpo de Derek había reventado como un globo de agua, la piel se había abierto por varios sitios dejando ver su interior. Los forenses encargados de examinar tanto las muestras como el cadáver se quedaron asombrados. Un ser humano normal tiene un setenta y cinco por ciento de agua corporal. Sin embargo, el de Derek rondaba el noventa. Pero eso no era lo más extraño. Los órganos internos, y especialmente el cerebro, estaban cubiertos por una pelusa marrón que crecía por encima de los tejidos. Tras estudiarla detenidamente, la asociaron con un tipo de protozoo de crecimiento muy agresivo, parecido a una especie de hongo que afectaba a los insectos, controlando su conducta hasta el momento de la muerte mientras utilizaban su propio cuerpo como alimento.
Sin embargo, aquel protozoo no se encontraba en la naturaleza. Tras examinar unas botellas de Isostar, la bebida que aparentemente había despertado la obsesión de Derek, encontraron una molécula anabolizante que, ingerida normalmente no producía efectos secundarios, pero que tras varios días a la intemperie podría servir como cultivo inicial para el protozoo. El alga se implantaba en un primer momento en el sistema nervioso, extendiéndose gradualmente por el resto del organismo, e induciendo al huésped a consumir más bebida y a crear una especie de piscina biológica para fomentar el crecimiento de la colonia, un mecanismo de reproducción monstruosamente eficaz.
Tras los resultados, la policía trató de cerrar el caso al público para no desatar el pánico de la población. El de Derek sólo fue el primero de cincuenta y dos casos que se dieron por toda Norteamérica. Todos los afectados habían tomado bebidas de Isostar en mal estado. Habían creado varias piscinas de algas en cubos, botellas en incluso bañeras antes de suicidarse o morir de inanición. Cuando los agentes trataron de contactar con la empresa fabricante de Isostar, se dieron cuenta de que el teléfono no daba a ninguna línea. De hecho, la fábrica había sido cerrada y abandonada tras las primeras tandas de producción, antes de que comenzaran las primeras muertes. La policía no pudo encontrar a ningún posible implicado y, tras retirar todas las muestras de Isostar del mercado, cerraron definitivamente el caso.
Parecía que, aunque no se hubiera encontrado a los responsables, el peligro había pasado. Pero, ¿realmente es el fin? ¿Dónde se encuentran los encargados de Isostar? Hay quien dice que todavía continúan sus operaciones en algunas zonas de Asia y Europa Occidental, bajo una marca distinta. Quién sabe. Por si acaso, si alguna vez encuentras una bebida de color verde brillante, casi fluorescente, no te animes a probarla. Si ves una especie de pelusa marrón dentro de una botella, aléjate lo más rápido que puedas.

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Tengo un par de historias más de este tipo, si os interesa comentad y decídmelo. Quiero aclarar que Isostar es una marca real, pero la historia es totalmente ficticia (obviamente xD) la usé simplemente porque es la bebida que me inspiró para escribir este relato. Sí, el personaje está inspirado en mí y la historia se me ocurrió al ver una pelusilla flotando en mi botella de isostar, pero es lo único que tiene de real. En serio, probadlo, sabe muy bien xD

En cuanto al nombre del personaje... Bueno, no es mi nombre real. Yo me llamo diego. Utilizo el de Derek simplemente porque es un nombre que me gusta. Como soy un vago para andar creando nuevos nombres para los personajes suelo usar el mismo en varias historias (y sí, también el de Memorias de un Entrenador se llama Derek, pero es totalmente distinto).

Vale, y con estas aclaraciones acabo. Espero que hayáis pasado un buen rato, no os olvidéis de comentar para nuevas creepypastas.